Sven Olof Joachim Palme (Estocolmo, Suecia, 30 de enero de 1927 - † Estocolmo, Suecia, 28 de febrero de 1986) político sueco, líder del Partido Socialdemócrata de Suecia desde 1969. Primer Ministro de Suecia entre 1969 y 1976, reelecto en 1982. El 28 de febrero de 1986 cuando aún ejercía el cargo de Primer Ministro, fue asesinado por un desconocido mientras paseaba en compañía de su esposa tras salir del cine...
ElConfidencial:
La heredera de Tetra Pak: “Sé quién mató a Olof Palme”
El cadáver de Eva Rausing fue encontrado el pasado 9 de julio en Londres. (Olivia Harris / Reuters)
“Sé quién mató a Olof Palme. Me llamo Eva Rausing, estoy casada con Hans Kristian Rausing (el billonario heredero de Tetra Pak, N. del A.) y he sabido recientemente a través de mi marido, con el que llevo casada 20 años, que XX estaba detrás del asesinato de Olof Palme. Mi esposo tuvo conocimiento de estos hechos por causalidad hace muchos años y le afectaron muy profundamente. Creo que sé dónde está escondida el arma”.
Son las primeras líneas del correo electrónico que Eva Rausing envió el mes de junio de 2011 al periodista Gunnar Wall, según ha declarado éste al diario sueco Dagens Nyheter, que también ha tenido acceso a la correspondencia electrónica mantenida entre ambos.
Dos muertes misteriosas
En ella, Eva Rausing afirmaba que “no contaría nada de esto si no fuera cierto”, y que “tenía miedo de XX”, un hombre de negocios que habría ordenado el asesinato porque Palme estaría arruinándole, porque “no era buena persona”.
Los datos aportados por Gunnar Wall, quien ha publicado dos libros acerca de la muerte de Olof Palme, han abierto nuevas líneas de investigación. Esta misma semana Scotland Yard ha facilitado a las autoridades suecas información proveniente del ordenador de Eva Rausing referente al crimen.
"¡No olvides investigar si de repente me muero! Sólo estoy bromeando, o eso espero. Olof Palme, quien fuera primer ministro de Suecia, fue disparado a quemarropa el 28 de febrero de 1986 cuando paseaba con su esposa por el centro de Estocolmo tras salir del cine. Un delincuente habitual, Christer Pettersson, fue juzgado y condenado por el asesinato, pero su condena resultó posteriormente anulada por el Tribunal Supremo sueco debido a la debilidad de las pruebas aportadas. Desde entonces, se han barajado todo tipo de teorías conspiratorias acerca de un asesinato que continúa por resolver.
Pero Eva Rausing no podrá contribuir al esclarecimiento del misterio ya que falleció en circunstancias no del todo aclaradas en junio de este año. La policía británica encontró a primeros de julio su cadáver en avanzado estado de descomposición, cubierto por sábanas y bolsas de basura en una habitación sellada con cinta aislante. Su esposo habría ocultado su muerte durante tres semanas, por lo que ha sido condenado a una pena de 10 meses de cárcel por haber impedido el entierro de su esposa.
Hans Kristian, clave en la investigación
Eva y Hans Kristian se habían conocido en una clínica de desintoxicación (ambos eran adictos a las drogas), iniciando una relación estable en la que tuvieron cuatro hijos. Lo que no consiguieron fue apartarse del consumo de drogas. El matrimonio, que poseía una fortuna de 7000 millones de euros, continuaba consumiendo habitualmente todo tipo de sustancias. En 2008 fueron detenidos por posesión de grandes cantidades de cocaína, heroína y crack.
Hans Kristian Rausing, quien goza de un estado de salud precario, se ha convertido en la pieza clave de este asunto, y podría ser llamado a declarar próximamente. Algo que no podrá hacer Eva, quien en uno de sus últimos correos electrónicos escribió a Gunnar Wall: "¡No olvides investigar si de repente me muero! Sólo estoy bromeando, o eso espero”.
En medio de la campaña de desprecio y ataque a la sociedad española que nos dedica la prensa cada día, estas fotos me recuerdan que hay muchas cosas que funcionan muy bien en nuestro pais.
Pantano de Valmayor, hidroaviones hacia el incendio de Robledo de Chavela
La Comunería, sería la forma concreta que tomó en España la disidencia masónica. Nacionalizaron el rito masónico aligerándolo de tradiciones reaccionarias e inspirándose en el levantamiento de los Comuneros de Castilla contra Carlos I en el siglo XVI. Adoptaron como símbolo propio el color morado, que se pretendía era el del pendón de los comuneros históricos.
Entre sus fundadores estuvieron liberales exaltados de diverso origen: juristas como Juan Romero Alpuente y Álvaro Flórez Estrada, también economista; periodistas como Félix Mejía; militares como Rafael del Riego y José María Torrijos o el bibliógrafo y erudito Bartolomé José Gallardo.
La estructura de la Sociedad se repartía en logias llamadas "torres"; la estimación más conservadora de sus miembros se cifra en unos diez mil, la más exagerada en cuarenta o sesenta mil.
Se hicieron intentos de congraciar Masonería y Comunería: el más famoso lo contó en sus Memorias Antonio Alcalá Galiano, y fue infructuoso, con lo que la Masonería, aliada a los liberales moderados, atacó a la Comunería y pretendió desacreditarla. A principios de 1823 la división entre los liberales en masones moderados, comuneros no revolucionarios o Comuneros Constitucionales, y comuneros revolucionarios ya se había consolidado. La división se reveló funesta y debilitó al estado liberal que finalizó con la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis.
Ya en la emigración o exilio europeo, los restos de la sociedad comunera escindida se agruparon en "círculos comuneros", de los cuales los más importantes fueron los de Gibraltar y Londres. La sociedad comunera que llegó a sobrevivir más fue la Constitucional, que tuvo algo que ver en los brotes anticlericales de 1834 y 1835 y sus matanzas de frailes.
El primer acto de nota de los comuneros fue terrorista: el asesinato de Matías Vinuesa, capellán de honor del rey y conspirador absolutista, párroco de Tamajón. Aunque fue detenido en febrero de 1821 por haber conspirado para devolver el poder absoluto a Fernando VII, el sacerdote fue juzgado y condenado solamente a diez años de prisión, pena que pareció tan leve que una turbamulta de comuneros asaltó la cárcel donde se hallaba el 4 de mayo y le dieron muerte a martillazos.
No se detuvo a nadie por este acto y los comuneros empezaron a jactarse de pertenecer a la ya no tan secreta sociedad luciendo pequeños martillos de plata en los puños del bastón, en la solapa o en la pechera de la camisa junto a la banda morada. Fue esta banda morada la que luego pasó a ser una franja de la bandera tricolor de la República, y tanto esta como el martillo fueron así señales o símbolos de pertenencia a esta sociedad.
En resumen, una división más en la sociedad española. A la luz de estos hechos, sólo cabe cuestionar la reciente proliferación de la bandera republicana en actos públicos y manifestaciones. Aunque uno pueda comprender las razones sentimentales que lleva a la gente a enarbolarla, es obvio que la tricolor es objetivamente inoperante para realizar la función propia de una bandera, que es unir a una sociedad simbolizando unas ideas y unos valores COMUNES.
Periodista del canal sirio privado Al-IkhbariyaTV, Yara Saleh cayó en manos de los Contras del Ejército «Sirio Libre» (ESL) junto con tres de sus compañeros de trabajo. Los Contras la tomaron como rehén, lo cual provocó en Europa una amplia movilización a favor de su liberación en la que se exigió al presidente francés que le salvara la vida presionando a sus amigos del ESL. Liberada finalmente por sus compatriotas del ejército nacional sirio, Yara Saleh aceptó responder a las preguntas de la Red Voltaire.
Varios cientos de hombres del Ejército «Sirio Libre», miembros de diferentes grupos salafistas y takfiristas, convergieron en la localidad de Al-Tal, el pasado 20 de julio. La mayoría no eran sirios.
Algunos habitantes del lugar, partidarios de la democracia, los acogieron creyendo compartir los mismos objetivos. Los atacantes asaltaron el puesto de policía de Al-Tal y lograron hacer prisioneros a los policías, varios de los cuales resultaron heridos. Pero los atacantes sólo aceptaron llevar al hospital a los funcionarios sunnitas y no permitieron que los demás recibieran atención médica. Rápidamente, el nuevo Consejo Revolucionario de Al-Tal impuso una ley sectaria. La población huyó entonces de la localidad, empezando por los mismos que habían acogido al ESL con los brazos abiertos, cuando aún creían en las promesas occidentales.
Los atacantes tomaron como rehenes a una treintena de civiles, incluyendo a los miembros de un equipo del canal sirio Al-IkhbariyaTV que había llegado al lugar de los hechos, y se atrincheraron en la localidad. Dispersaron a los rehenes en diferentes edificios y los cambiaban de lugar diariamente.
Cuando creían que iban a lograr allí un Emirato islámico, el Consejo Revolucionario, bajo las órdenes de un desertor, fue informado de un ataque inminente del ejército nacional. En un video grabado especialmente, mostro a los periodistas y exigió el retiro de los puntos de control alrededor de Al-Tal, esperando que ello le permitiría huir de la localidad. Al no lograr sus demandas, recibió a través de un teléfono satelital la orden de desplazarse con sus hombres hacia otra localidad.
En la noche del 15 al 16 de agosto, entre 500 y 700 hombres acompañados de los rehenes que consideraron más valiosos, atravesaban la campiña en fila india cuando varias bengalas iluminaron la noche permitiendo al ejército nacional abrir fuego y poner fuera de combate a más de 200 yihadistas en unos minutos.
Yara Saleh, periodista de Al-IkhbariyaTV que llevaba 6 días secuestrada, tuvo el reflejo de tirarse al suelo para protegerse. Los demás rehenes, que seguían prisioneros en Al-Tal, fueron liberados esa misma mañana.
Les ofrecemos el testimonio de Yara Saleh, recogido sólo unas horas después de los hechos.
Thierry Meyssan: ¿Cómo fuiste secuestrada con tu equipo de televisión?
Yara Saleh: Fuimos a Al-Tal a hacer un reportaje. Yo sabía que era peligroso pero esperaba hacer algo sobre los civiles, sobre lo que estaban viviendo, lo que pensaban de los combates, cómo los tratan los grupos armados. Ya estuve antes en ese tipo de lugar muchas veces y lo que me interesa como periodista es lo que pasa con los civiles. Lo primero que noté es que no había civiles en la localidad. Sólo vi siete en la entrada. No más de siete.
Thierry Meyssan: ¿Los demás eran combatientes?
Yara Saleh: Todos los demás eran combatientes.
Thierry Meyssan: ¿Cuántos combatientes?
Yara Saleh: No sé. Cuando nos secuestraron nos llevaron a una construcción que iba a ser una escuela pero no estaba terminada y ellos la ocupaban. Eran unos 700…, 500…, 700… Pude saber que también ocupaban otros lugares.
Thierry Meyssan: ¿Eran de la ciudad o venían de afuera?
Yara Saleh: Eran de diferentes ciudades y diferentes países.
Thierry Meyssan: ¿De diferentes países?
Yara Saleh: Sí, oí hablar en libio. Oí hablar gente que nos rodeaba. Sólo vociferaban, gritaban mientras nos golpeaban. Uno de ellos, cuando nos dejaron, hablaba de sauditas que había entre ellos. Yo no lograba distinguirlos porque todos se parecían, con una barba sin bigote.
Thierry Meyssan: ¿Cómo los salafistas?
Yara Saleh: Sí, como los salafistas. Uno de ellos incluso se llamaba Salafi, y su grupo era “los Salafistas”. Todos portaban armas de fuego, kalachnikovs PKS. No conozco los nombres de las armas pero ellos me lo dijeron.
Detuvieron el auto cuando entramos en la ciudad. Trabaron las puertas. Seis o siete civiles gritaban: “¡Por favor, déjenlos irse, déjenlos!”. Le pusieron un arma en la cabeza a una mujer: “¡Basta, es asunto nuestro!” Nos llevaron con ellos. Eran 10 o 15 hombres armados. Primero nos sacaron del auto. Nos golpearon. A mí me dieron una bofetada. Yo estaba en el piso. Les amarraron las manos a mis compañeros. No me hicieron nada porque yo era una mujer sin velo, así que me encontraban asquerosa.
Nos volvieron a meter en el carro. Me pusieron la cara contra el piso, a mí, porque mis compañeros estaban en el piso del carro, entre los asientos. No sé adónde nos llevaron. Vi un edificio que no estaba terminado, con paredes, un techo pero nada más. Sin puertas ni ventanas. Nos metieron en un cuarto. Había casi cien personas con nosotros en aquel cuarto. Quizás 50… 75… no sé…
Thierry Meyssan: ¿Todos combatientes?
Yara Saleh: Sí, combatientes. Quizás 75 o 50, no sé cuántos. Pero todos golpeaban a mis compañeros, me gritaban en la cara, me escupían al rostro diciéndome groserías. “¿De dónde eres? ¿De qué religión?” Todos, lo que preguntaban era: ¿De dónde eres? ¿De qué religión? ¿Apoyas a Bachar al-Assad? ¿Apoyas al gobierno? Todas las preguntas eran sobre eso.
Thierry Meyssan: En un video que hicieron contigo después dicen que hay civiles muertos por los bombardeos del ejército.
Yara Saleh: Sí, me obligaron a decir eso.
Thierry Meyssan: También dicen que un miembro de tu equipo, al que le pidieron que hiciera un video, fue muerto por el ejército.
Yara Saleh: No. Al principio, cuando nos arrestaron y nos secuestraron, nos quitaron los teléfonos celulares, los revisaron y encontraron un video de un entrenamiento del ejército. Y nos dijeron: “Ustedes apoyan al ejército, al ejército sirio”. Y entonces se llevaron al chofer y al asistente que fue asesinado. Se los llevaron a los dos. Yo oí los disparos y entonces el chofer volvió solo. Le pregunté qué había pasado con Hatem y me dijo que ellos lo habían matado. Cuando se los llevaban, yo gritaba que me llevaran a mí y los dejaran a ellos. “Llévenme a mí, el problema es conmigo! ¡Yo soy la reportera! ¡Soy yo la que hice el reportaje!” Pero ellos dijeron que me iban a castigar, pero sola. Y se lo llevaron y lo mataron.
Thierry Meyssan: ¿Cómo te trataron a ti y a los otros miembros del equipo? ¿Cómo te trataron a ti?
Yara Saleh: Muy mal… muy mal. Siento tener que decirlo pero uno de ellos quiso violarme.
Thierry Meyssan: Pero son salafistas…
Yara Saleh: Entre ellos sí. Rezan, leen el Corán. Pero uno de ellos, que nos vigilaba para que no escapáramos, ese no rezaba solo, nada más cuando creía que el ejército estaba cerca y que iba a morir, entonces fue y rezó. Ese fue el que trató de violarme. Pero yo no lo permití.
Thierry Meyssan: En el texto que leyeron exigían que el gobierno retirara los puntos de control para que la gente pudiera regresar a la localidad.
Yara Saleh: Yo sé todo lo que exigían.
Thierry Meyssan: ¿Qué quería decir eso, en realidad?
Yara Saleh: En realidad quería decir que querían más armas, porque en un momento dado no tenían muchas armas.
Thierry Meyssan: Entonces, ¿estaban esperando otro grupo?
Yara Saleh: Sí, tenían contacto con el exterior. Tenían Internet por satélite.
Thierry Meyssan: Si tenían Internet por satélite, también tenían teléfono satelital…
Yara Saleh: Eso creo, pero no en el lugar donde nos metieron porque estuvimos en cuartos muy pequeños en varios lugares.
Thierry Meyssan: Ellos recibieron instrucciones desde el exterior, incluyendo el texto que leyeron en el video. ¿Sabes quién les daba las órdenes?
Yara Saleh: Ellos decían algo sobre “el Consejo”, pero no sé qué “Consejo” era ese.
Thierry Meyssan: ¿El Consejo?
Yara Saleh: Sí, pero de afuera. El decía: “Hablé con…”. Pero no decían los verdaderos nombres. Decían, por ejemplo, Abu Muawya, que no sé quién es. Pero en saudí dijo: “Hablé con mis amigos en Qatar y me dijeron que…” “Hablé con Turquía y me dijeron que…” Los oímos hablar por los walkies-talkies y oímos mucho nombres.
Thierry Meyssan: ¿Por qué apareciste con el velo en aquel video?
Yara Saleh: Ellos dijeron que tenía que usarlo porque eso era lo que decía el Islam… que tenía que usarlo, “¡Para cubrirte!”, me gritaron.
Thierry Meyssan: ¿Quieres decir que el programa político de esa gente es que te pongas un velo?
Yara Saleh: Lo principal que querían era que me pusiera el velo. Como dije antes, tenían un jeque y el grupo de salafistas, así que yo tenía que ponerme el velo. Incluso tenía que cubrirme los brazos porque lo que tenía puesto era la camisa que se ve en el televisor.
Thierry Meyssan: ¿Hablaste de política con ellos?
Yara Saleh: Hablé mucho con ellos, pero sólo con los combatientes normales, no con los jefes. Y no saben nada.
Thierry Meyssan: ¿Qué quieren exactamente?
Yara Saleh: Ni siquiera lo saben. Sólo piensan que basta un arma, un kalachnikov, para luchar contra el régimen.
Thierry Meyssan: Pero, ¿por qué quieren luchar contra el régimen?
Yara Saleh: Quieren morir para ir al Ganna. Quieren ir al cielo, porque si mueren se van al cielo.
Thierry Meyssan: ¿Pero por qué quieren derrocar el régimen?
Yara Saleh: Porque el líder es alauita, algunos decían eso.
Thierry Meyssan: ¿Por motivos religiosos?
Yara Saleh: Algunos decían eso. Otros decían: “Quiero luchar porque esto es la yihad y yo quiero ir al cielo”.
Thierry Meyssan: ¿Pero quién decidió que esto es la yihad?
Yara Saleh: Un jeque.
Thierry Meyssan: ¿Cuál?
Yara Saleh: No sé los nombres.
El primer día no nos dieron comida hasta la 1 o las 2 de la mañana. Fue entonces que nos trajeron comida. Era mala y yo no podía comer porque mi compañero acababa de morir y se la di a un gatito que se durmió conmigo. Tenía sed y le di agua en mi mano.
Thierry Meyssan: ¿Cómo los liberó el ejército?
Yara Saleh: Creo que el ejército interceptó sus comunicaciones porque sabía que nos iban a trasladar para otra ciudad. Teníamos que pasar por una montaña. Íbamos caminando . Habia sólo maleza, no había edificios. Caminábamos en fila india y el que estaba cerca de mí decía que si nos encontrábamos con el ejército iba a ponerme su arma en la cabeza y amenazar con matarme para que los dejaran ir y todo eso. “Sobre todo a ti porque eres una mujer y se van a preocupar por ti.” Y cuando nos llevaban, de pronto hubo una luz. Sin explosión, nada más que luz… y muchos disparos, desde la cima de la montaña hacia abajo…
Yo vi la luz y mi reflejo fue tirarme al suelo y quedarme en el suelo hasta que cesaron los disparos. Y después hubo otra luz. Pero yo ya me había movido porque había visto que los disparos venían de arriba hacia abajo, así que me moví y me puse detrás de un montículo hasta que se terminó todo. Ellos trataron de llevarme pero yo me defendí y entonces hubo otra luz y ellos se escondieron hasta que se terminó la luz y huyeron.
Yo no sabía qué había pasado con mis compañeros porque no podía verlos. Todo fue sorpresivo. Yo estaba a un lado de la fila porque iba caminando y me salí un poco de la fila. Y me pareció que los disparos venían de detrás, no de frente a ellos. Ellos estaban huyendo y yo me quedé donde estaba. Mi compañero Abdalla hizo lo mismo. Pero ellos lograron llevarse al chofer, Hassan. Yo me quedé sin moverme unos 20 minutos, hasta que terminó todo. No se oían voces. Entonces empecé a gritar, porque yo sabía que era el ejército sirio, y grité: “¡Soy de Syria News! ¡Al-IkhbariyaTV! ¡El canal sirio!”
Me contestaron: “ ¡Yara, sabíamos que estabas aquí. Lo sentimos mucho por todo este peligro pero teníamos que liberarlos! ¡Vengan!”
Y me llevaron con ellos. Y yo lloraba, al principio, y les decía que los otros se habían llevado a mis compañeros. Pero ellos me contestaron que no, que Abdallah estaba con nosotros. O sea que hicimos lo normal, Abdallah y yo, lo que teníamos que hacer. Y era lo mismo que tenía en mente el ejército. Ellos nos vieron pasar, esperaron a que estuviéramos en el medio y dispararon desde atrás, no desde el frente. Nosotros nos quedamos donde estábamos, a cubierto, en vez de retroceder, estábamos sanos y salvos. Y cuando todo terminó fuimos hacia el ejército.
Thierry Meyssan: Según fuentes militares, en ese combate hubo unos 200 combatientes muertos y los demás escaparon. ¿Correcto?
Yara Saleh: ¿Los combatientes que trataban de escapar? Eran unos 250 o 300. Pero no sé, todos los días ellos venían y decían que tenían muchos muertos. Los oí hablar de 300 o 400. No sé. Oíamos cifras, pero no de los líderes. Los líderes no hablan con nosotros. Y cada 10 minutos venía alguien y nos decía: “Los vamos a matar”, sólo eso. Cinco minutos después venía otro y nos decía: “Estamos a punto de liberarlos. No se preocupen.” O sea…
Thierry Meyssan: Una guerra de nervios…
Yara Saleh: Lo hacían constantemente. Había uno que nos decía: “Los voy a descuartizar para dar de comer a los perros.” Le pregunté a uno de ellos lo que iban a hacer si el gobierno y el ejército aceptaban todos sus exigencias y me respondió: “Mantenerte aquí para exigir más cosas.” Eso fue lo que me dijo, que iban a pedir más.
Thierry Meyssan: Ahora que estás libre, ¿sabes que en Europa mucha gente trató de ayudarlos a ustedes? Le escribieron al presidente francés Hollande diciéndole: “Sabemos que usted está en contacto que el Ejército ‘Libre Sirio’. Usted tiene que exigirles que liberen a Yara. ¿Tienes algo que decirles a todos los trataron de ayudarte haciendo lo que podían desde Europa?
Yara Saleh: Quiero decirles, muchas gracias. Finalmente, estoy libre. Por supuesto, el ejército sirio… ellos son mis héroes, pero ustedes también lo son. Muchísimas gracias. Yo sé que es gracias al apoyo de ustedes, gracias a sus plegarias, que estoy libre ahora. Gracias. Es una experiencia que no le deseo a nadie en el mundo, créanme. Fue tan difícil, extrañaba el sol, extrañaba a mis padres, extrañaba a todos. Pero finalmente estoy libre, gracias a Dios. Sobre todo las muchachas, espero que nunca tengan que vivir nada parecido.
¿Por qué está claro que wikileaks es un fraude? Según su fundador, Julian Assange,
“I’m constantly annoyed that people are distracted by false conspiracies such as 9/11, when all around we provide evidence of real conspiracies, for war or mass financial fraud".
"Me fastidia que la gente se distraiga con falsas conspiraciones como la del 11-S, cuando nosotros proporcionamos evidencias de conspiraciones reales, de guerras o fraudes finacieros masivos".
Como dice el video, si Wikileaks no existiera, la CIA o el Mossad se habrían ocupado de inventarla.
Brandon J. Raub ha recibido la orden de permanecer en una institución de salud mental durante un mes sin cargos. Algo contrario a la Constitución de Estados Unidos, como su defensa dice. Sus partidarios están preocupados de que cualquier estadounidense podría terminar en la misma situación que Raub.
La policía detuvo a Raub, de 26 años, un veterano de la Infantería de Marina, el jueves, sin presentar cargos y sin haber leído siquiera a Raub sus derechos, y lo llevaron al John Randolph Medical Center, donde se encuentra detenido involuntariamente, dijo su defensa en un comunicado de prensa.
Un video de su detención surgió online, lo que provocó la indignación en internet, incluyendo a ciudadanos estadounidenses y activistas de derechos humanos.
“Para los funcionarios del gobierno no solo detener a Brandon Raub por no hacer nada más que ejercer sus derechos de la Primera Enmienda [a la libertad de expresión], sino en realidad forzarle a someterse a evaluaciones psicológicas y detenerlo en contra de su voluntad va en contra de todo principio constitucional sobre los que este país fue fundado” dijo John Whitehead, director ejecutivo del Instituto Rutherford, un grupo de libertades civiles que ha salido en defensa de Raub.
La declaración sobre la situación del veterano publicada en la web del Rutherford Institute destaca que Brandon Raub no es diferente de la mayoría de los estadounidenses “que utilizan sus perfiles particulares de Facebook para publicar una variedad de contenidos, que van desde letras de canciones, la hipérbole política y hasta hablar mal de sus vecinos, amigos y gobernantes.”
La madre de Raub, Cathleen Thomas dijo en una entrevista con CBS 6, una cadena de noticias local, que la evaluación, como se le dijo a su hijo, “fue de 15 minutos de duración, y, básicamente, el evaluador dijo que él no estaba dispuesto a volver a la sociedad y que necesitaba tratamiento psiquiátrico adicional”.
En una audiencia celebrada el lunes en la institución mental, funcionarios del gobierno confirmaron que las publicaciones de Raub en Facebook eran la única razón de su detención, sin prestar atención a sus comentarios de que los mensajes en línea fueron interpretados erróneamente.
Los civiles sirios tienen un punto de vista distinto al que nos presentan en los telediarios referente a quiénes son los causantes del terror en su país.
Si alguno todavía no habéis visto el video que la BBC trata de censurar, no dejéis de hacerlo:
En su memoria, para el que no lo conozca, cuelgo el video de la conferencia de prensa que dieron los tres astronautas (él, Michael Collins y Edwin E. Aldrin) después del mayor logro conseguido por la Humanidad en toda su Historia.
Es triste comprobar cómo la timidez o vergüenza de los tres astronautas hace que prácticamente no miren al público (exultante) que llena la sala y que aplaude puesto en pie.
Da la sensación de que tienen algo que ocultar... Quizás sea lo que comenta este documental: