Entrada dedicada a Mónica G.Prieto, a la redacción de ElMundo.es y a muchos más, cómplices periodísticos del genocidio de la OTAN en Libia y posiblemente del que ocurra en Siria.
Fuente: religionenlibertad
El diario francés Le Figaro realiza una entrevista sin desperdicio al Arzobispo de Alepo (Siria), Mons. Jeanbart, en la que entre otras cosas, el prelado expresa su temor a una posible llegada de los islamistas al poder en Siria, habla de los muchos apoyos de los que goza el régimen en Siria y de la urgencia que tienen los insurgentes en alcanzar el poder antes de que se puedan implementar las reformas que quiere implementar el régimen, y en la que condena tajantemente la actitud de Paris ante el régimen sirio, expresando la dificultad que encuentra en entender la posición francesa.
Le Figaro. ¿Cuál es el estado anímico en el que se encuentran los cristianos después de diez meses de revuelta contra el régimen sirio?
Monseñor Jeanbart. Estamos muy preocupados por las consecuencias de la caída del régimen, que empujaría a muchos de fieles cristianos a emigrar, como ocurrió en Irak después de la caída de Saddam Hussein. Los cristianos no confían en un poder sunita extremista. Tenemos miedo de la dominación de los dogmáticos Hermanos Musulmanes.
L.F. ¿Pero qué representatividad tienen? ¿Un 15% en el interior?
M. J. Ni siquiera. Pero es precisamente esa falta de peso político la que inspira las prisas de los islamistas en derribar el régimen. Razón que es la misma por la que se muestran tan activos en los sectores de oposición en el exterior del país y por la que rechazan todo diálogo con el poder. Los Hermanos Musulmanes no pueden renacer más que en el marco de un vuelco total de la situación, en el que fingirán haber participado desde el extranjero, gracias a los apoyos turco y de las monarquías del Golfo. Como en Libia.
L.F. ¿Y cómo evitar tal escenario?
M.J. Hace falta que se produzca una transición democrática en el marco de unas reformas a las que el poder debe comprometerse. Todavía es posible. Bachar el-Assad está consiguiendo convencer al Partido Baaz de que acepte las reformas. Ciertos avances se han producido ya. Se los percibe a través de las medidas oficiales que animan estos progresos y que contrariamente a lo ocurrido en el pasado, hablan ahora de un partido contaminado y poblado de recién llegados. Una nueva Constitución será anunciada el mes que viene, con puntos interesantes en materia de laicismo por ejemplo. Se va a regular que ningún partido pueda fundarse sobre bases confesionales. El Presidente no podrá ser elegido más de dos veces, y el artículo 8, que garantiza la supremacía del Baaz, será suprimido. A pesar de la violencia, es necesario que le demos todavía una oportunidad a Assad. Tenemos que tomarnos nuestro tiempo para crear partidos no confesionales que puedan absorber el voto sunita, y desviarlo del voto a los Hermanos Musulmanes.
L.F. Pero ha corrido ya demasiada sangre para que una mayoría de sirios acepte confiar.
M.J. ¿Quién le ha dicho a Vd. eso? El régimen goza del apoyo de las minorías. Los alauitas son alrededor del 12-13% y apoyan incondicionalmente al Presidente, pues las amenazas proferidas por los Hermanos Musulmanes han unido a la comunidad en el miedo a los posibles arreglos de cuentas. Los cristianos son alrededor del 10%, con el 90% de ellos apoyando al régimen; los kurdos, los drusos y los ismailitas en la misma proporción. Y no hay que olvidar a los dos millones y medio de baazistas que tienen naturalmente interés en que el régimen sobreviva. Si a todos ellos añade Vd. a los comerciantes sunitas de Damas y de Alepo, se supera probablemente el 50% de la población apoyando a Bachar. Y los atentados terroristas están reagrupando a otros sirios alrededor del poder. Tenemos miedo. Nosotros hemos vivido siempre en un país seguro. No queremos parecernos a Irak. Y además, la evolución de la transición en Libia y en Egipto no nos asegura nada. Todo eso está reforzando el poder constituído, incluso cuando esté incurriendo en represión.
L.F. ¿Qué piensa Vd. de la oposición en el extranjero?
M.L. Yo la habría apoyado si sus responsables no hubieran aprobado una intervención extranjera contra mi país. Pero desde el inicio de las revueltas, rechazan todo diálogo. Tienen el derecho de criticar, pero sin llegar a querer destruir Siria. Por otro lado, su representatividad ante el pueblo es débil. Nosotros jamás habíamos oído hablar de un Buhran Ghalioun o de un Bassma Kodmani antes de estos sucesos. Los únicos a los que conocíamos era a los vinculados a los Hermanos Musulmanes, con vínculos antiguos en Siria.
L.F. ¿Qué piensa Vd. de la posición francesa en el conflicto?
M.L. No le oculto que existe aquí un equívoco que no puedo comprender. La posición francesa no va ni en el sentido de su pensamiento republicano, ni en el sentido de sus intereses. Nunca Francia había recibido tantos favores en Siria como durante estos últimos años. En Alepo, yo he conseguido por ejemplo, abrir cuatro escuelas en colaboración con Francia. ¿A qué entonces ese enconamiento contra Siria? Nunca habríamos imaginado algo así de Francia, en particular nosotros los cristianos.