lunes, 31 de marzo de 2014

Por qué cayó Adolfo Suarez (II)

¿ETA cobra en dólares o en rublos?



Adolfo Suárez pensaba que “ETA era una maquinaria que cada equis tiempo alguien engrasaba para desestabilizar el país y tener en jaque al Gobierno”. En su momento ya advirtió que “me iré del Gobierno-decía- sin saber si ETA cobra en rublos o en dólares”.
 
De entre los episodios sobre el papel de ETA como banda marioneta de Washington en el cambio de régimen que narra el libro de Pilar Urbano, uno de los más llamativos es el secuestro del diputado de UCD Javier Rupérez por parte de ETA en 1979. Ocurre ya después de la entronización del rey Juan Carlos, bendecida por EEUU y el resto de potencias tras comprobar, en la crisis del Sáhara, que no supone ningún peligro para ellos como jefe de Estado. Pilar Urbano da luz a la famosa duda con la que se despidió Adolfo Suárez: “me voy sin saber si ETA cobra en rublos o en dólares”.
 
Ezkerra, agente triple mal averiguado
Ezkerra entró en ETA tras robar una multicopista en un seminario, un cursillo rápido sobre armas y explosivos y poco más. “El PNV necesitaba derivar hacia ETA a sus crías  violentas, y les fabricó un dirigente en cursillos intensivos”, afirma Pilar Urbano. Los quinientos cachorros de las juventudes del PNV (EGI) que llevaba detrás le permitieron jugar un papel dirigente desde el primer momento de su ingreso en abril de 1972. Su  trayectoria hasta su detención en septiembre del 75 fue una ristra de operaciones frustradas, la mayoría mediados por chivatazos a la policía, y una masacre en la cafetería Rolando en 1975. El juicio interno en ETA acabó con la división de ETA en ETA-m (dirigida por Argala) y ETA-pm (dirigida por Ezkerra). No era la primera vez. Ezkerra había ya dividido ETA para imponer la ejecución de Carrero Blanco. "También en esa ocasión, ETA actuó con un cerebro prestado y un interés inducido."

Tras la Ley de Amnistía Total de 1977 Ezkerra se instaló en Donosti como editor de libros de arte e historia vasca. Algún padrino estadounidense le consiguió una avanzada imprenta computerizada que, en aquellos tiempos, no estaba en ningún complejo editorial. Fundó un conglomerado abertzale escindido de Euskadiko Ezkerra y en noviembre y diciembre de 1979 actuó como “experto político” para los interrogatorios a Javier Rupérez, diputado de UCD secuestrado por ETA en un chalé de Ávila.

Los interrogatorios tenían, aparte de buscar puntos débiles de Adolfo Suárez, un fin principal: averiguar su postura ante la OTAN. Grababan los interrogatorios primero en un casete y, luego, con una cámara de ocho milímetros.

El propio Rupérez relataría como el principal interrogador tenía un nivel cultural mayor que sus compinches, “sus manos blancas, cortas, gruesas, suaves –escribió después-; no de trabajador manual de la clase obrera vasca.”

Ni la política internacional ni la OTAN eran temas que interesasen tanto a ETA como para montar un secuestro y aguantarlo un mes. Rupérez no era ni un alto cargo público ni un empresario rico ni un personaje famoso, era un simple diputado de UCD.

El interés por él venía de que era embajador y acababa de dejar la jefatura del gabinete del ministro de Exteriores para ocupar el puesto de secretario de Relaciones Internacionales de la UCD. Adolfo Suárez había sido reelegido como Presidente del Gobierno tras pilotar la reforma interna con los Pactos de la Moncloa, pero era hermético respecto la política exterior, “ni con el ministro del ramo, Marcelino Oreja, compartía su proyecto. De modo que tratar de averiguarlo por la vía de Rupérez era un recurso tan ingenioso, tan inteligente, que a ETA sola no se le pudo ocurrir”.

Efectivamente, en 1979 “la URSS acababa de invadir Afganistán y EEUU necesitaba, en respuesta, ampliar el pacto Atlántico… era la hora de que España pidiera la entrada en la OTAN. Pero Adolfo Suárez no hacía un gesto, no movía un músculo.” En plena Guerra Fría, Suárez era reacio al ingreso en la OTAN; tenía excelentes relaciones con los dirigentes de países no Alineados, desde Castro a Gadafi o Yasir Arafat; estableció relaciones diplomáticas plenas con la URSS y fortaleció sus lazos comerciales con Francia entorno a defensa.

Los “fontaneros” de la Casa Blanca estaban más que inquietos. La inexistencia de un móvil económico o político para el secuestro, la presencia de Ezkerra en los interrogatorios y el tema de los interrogatorios no dejan lugar a dudas: “también en esa ocasión, ETA actuó con un cerebro prestado y un interés inducido.”

¿Para qué querían horas de grabación de interrogatorios si no es para rendir un servicio o vender la información a un tercero?

Adolfo Suárez pensaba que “ETA era una maquinaria que cada equis tiempo alguien engrasaba para desestabilizar el país y tener en jaque al Gobierno. ¿Cuándo? Cuando interesaba a otros. ¿Quiénes? Otros, arriba y al margen de la organización terrorista, que a fin de cuentas era… una banda marioneta. Me iré del Gobierno -decía- sin saber si ETA cobra en rublos o en dólares”

Fuente: DeVerdadDigital


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