La revelación de los lazos del primer ministro Recep Tayyip Erdogan con al-Qaeda está provocando un verdadero terremoto político en Turquía. No sólo Ankara respaldaba muy activamente el terrorismo en Siria sino que además lo hacía en el marco de una estrategia de la OTAN. Para Thierry Meyssan, el escándalo muestra también el carácter completamente ficticio de los grupos armados que agreden al Estado y el pueblo sirios.
- Recep Tayyip Erdogan y Yasin al-Qadi
Hasta este momento, las autoridades de los Estados miembros de la OTAN afirman que la corriente yihadista internacional que ellas mismas respaldaron desde el inicio de su formación –durante la guerra contra los soviéticos en Afganistán (en 1979)– se volvió contra ellas en el momento de la liberación de Kuwait (en 1991). Los miembros de la alianza atlántica acusan a al-Qaeda de haber atacado las embajadas de Estados Unidos en Kenya y Tanzania (en 1998) y de haber orquestado los atentados del 11 de septiembre (en 2001), pero reconocen que después de la muerte oficial de Osama ben Laden (en 2011) algunos elementos yihadistas colaboraron nuevamente con ellos en Libia y en Siria. Sin embargo, sostienen que Washington puso fin a ese acercamiento en diciembre de 2012.
Los hechos desmienten esa versión. Al-Qaeda luchó siempre contra los mismos enemigos que la OTAN. Así lo revela nuevamente el escándalo que hoy sacude Turquía.
Ahora nos enteramos de que Yasin al-Qadi –el hombre abiertamente señalado como el banquero de al-Qaeda y por lo tanto buscado por Estados Unidos desde los atentados contra las embajadas estadounidenses en Kenya y Tanzania (en 1998)– era amigo personal tanto del ex vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney como del actual primer ministro de Turquía Recep Tayyib Erdogan.
Ahora se descubre también que ese «terrorista» vivía a todo lujo y que incluso viajaba en un jet privado, mofándose así de las sanciones que la ONU había adoptado contra él. Así visitó a Erdogan en Turquía, al menos 4 veces en 2012, llegando a ese país a través del segundo aeropuerto de Estambul, donde –luego de haberse desconectado previamente las cámaras de seguridad de la instalación– este personaje era recibido por el jefe de la guardia personal del primer ministro turco, quien lo introducía en el territorio nacional sin pasar por la aduana.
Según los policías y magistrados turcos que dieron a conocer esos hechos y que detuvieron a los hijos de varios ministros implicados en el escándalo el 17 de diciembre de 2013 antes de verse separados de la investigación e incluso de sus funciones por orden del primer ministro, Yasin al-Qadi y Recep Tayyip Erdogan habían montado un amplio sistema de malversación de fondos para financiar a al-Qaeda en Siria.
En el momento mismo en que salía a la luz este increíble doble juego, la gendarmería turca interceptó cerca de la frontera siria un camión cargado de armas destinadas a al-Qaeda. Una de las tres personas detenidas declaró que transportaba un cargamento de la IHH, la asociación «humanitaria» de la Hermandad Musulmana turca y otra dijo ser un agente secreto en pleno cumplimiento de su misión. En definitiva, el gobernador acabó prohibiendo a la policía que hiciera su trabajo, confirmó que el envío del cargamento de armas era una operación secreta del MIT (los servicios secretos de Turquía) y ordenó que el camión siguiera su camino… con su cargamento de armas.
La investigación muestra también que el financiamiento turco para al-Qaeda transitaba a través de una vía iraní, tanto para disponer así de una excelente cobertura en Siria como para realizar operaciones terroristas en Irán. La OTAN ya tenía cómplices en Teherán en tiempos de la operación «Irán-Contras» [también conocida como «Irángate»], y esos cómplices se movían entre las personas cercanas al ex presidente Rafsandjani, como el actual presidente Hassan Rohani.
Esos hechos se producen en momentos en que la oposición política siria en el exilio trata de probar suerte con una nueva teoría en vísperas de la conferencia Ginebra 2. Según esa teoría, el Frente al-Nusra y el Emirato Islámico en Irak y el Levante (EIIL) no serían otra cosa que agentes de los servicios secretos sirios encargados de asustar a la población para que esta se incline a favor del régimen. Así que la única oposición armada válida sería entonces la del Ejército Sirio Libre (ESL), que a su vez reconoce la autoridad de la oposición externa, lo cual resolvería el problema de representatividad que se plantea con vista a la conferencia de paz,
Así que nos van a pedir que nos olvidemos de todos los elogios que la misma oposición siria en el exterior había venido prodigando a al-Qaeda desde hace 3 años. Y también del escandaloso silencio de los Estados miembros de la OTAN sobre la generalización del terrorismo en Siria.
Sin embargo, si es posible admitir que la mayoría de los dirigentes de la alianza atlántica nada sabían del apoyo que esa organización aportaba al terrorismo internacional, habrá que admitir también que la OTAN es el principal responsable mundial del terrorismo.