Una reducida élite se beneficia de la manipulación de las reglas políticas en detrimento del resto del mundo
Fuente: Oxfam
Una pequeña élite que podría caber en un vagón de tren acumula la misma riqueza que la mitad de la población más pobre del planeta
La organización internacional Oxfam denuncia en un informe publicado hoy que las élites ricas se reparten el poder político para manipular las reglas del juego económico, socavando la democracia y creando un mundo en el que las 85 personas más acaudaladas acumulan tanta riqueza como la mitad de la población más pobre del planeta junta.Gobernar para las élites, publicado en vísperas del Foro Económico Mundial que se celebrará esta semana en Davos, explica en detalle el perjudicial impacto que la creciente desigualdad tiene tanto en los países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo, permitiendo a las personas más ricas minar los procesos democráticos y elaborar políticas que favorecen sus intereses a costa de los del resto del mundo.
El informe señala que, sin embargo, las personas son cada vez más conscientes de este acaparamiento del poder. Encuestas realizadas por Oxfam en seis países (Brasil, India, Sudáfrica, España, Reino Unido y Estados Unidos) evidencian que la mayor parte de las personas encuestadas piensa que las leyes están sesgadas a favor de los más ricos.
La estabilidad social y la seguridad mundial están en peligro
En los últimos años, la desigualdad ha escalado puestos en la agenda internacional. El presidente de los Estados Unidos, Obama, la ha convertido en una cuestión prioritaria para 2014. El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) ha identificado las crecientes disparidades en materia de ingresos como el segundo mayor riesgo mundial para los próximos 12 a 18 meses. En su informe Perspectivas de la Agenda Mundial 2014, publicado en noviembre de 2013, el WEF advirtió de que la desigualdad está afectando a la estabilidad social y "supone una amenaza para la seguridad en el ámbito mundial".Oxfam exige a los Gobiernos que emprendan acciones urgentes para revertir esta tendencia y pide a los participantes en el WEF que adopten compromisos en seis áreas para frenar la desigualdad.
Winnie Byanyima, presidenta ejecutiva de Oxfam que asistirá a las reuniones en Davos, ha afirmado: "Resulta asombroso que en pleno siglo XXI una pequeña élite que podría caber en un sólo vagón de tren posea tanta riqueza como la mitad de la población más pobre del planeta".
Abordar la desigualdad es clave
"No podemos pretender ganar la lucha contra la pobreza si no hacemos frente a la desigualdad. Esta creciente lacra está creando un círculo vicioso en el que la riqueza y el poder están cada vez más concentrados en manos de unos pocos, haciendo que el resto tengamos que pelearnos por las pocas migajas sobrantes"."Tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados vivimos en un mundo en el que sólo las personas más ricas y sus hijos se benefician de los tipos impositivos más bajos, la mejor educación, la mejor atención sanitaria y la posibilidad de ejercer influencia”.
"Sin un esfuerzo coordinado para abordar la desigualdad, esta “cascada” de privilegios para unos y desventajas para otros seguirá fluyendo durante generaciones. Pronto viviremos en un mundo en que la igualdad de oportunidades será sólo un sueño. En demasiados países, el crecimiento económico sólo beneficia a los más ricos".
Una gran contradicción
Las políticas instauradas con éxito por las personas más ricas durante las últimas décadas han dado lugar a la desregulación y la opacidad financieras, a paraísos fiscales, prácticas empresariales anticompetitivas, tipos impositivos bajos para las rentas altas y las inversiones, y recortes en políticas públicas destinadas a beneficiar a la mayoría. Desde finales de la década de los setenta, los tipos impositivos para las rentas más altas han disminuido en 29 de los 30 países de los que se disponen datos, lo que significa que en muchos lugares, las personas ricas no sólo ganan más dinero sino que, también, pagan menos impuestos.Un reciente estudio elaborado en Estados Unidos incluye datos estadísticos que demuestran que los intereses de los más acaudalados están abrumadoramente representados en el Gobierno del país, en comparación con los de las clases medias. Por el contrario, los ciudadanos más pobres no parecen tener impacto en el voto de los representantes electos.
Este manifiesto secuestro de los procesos democráticos por parte de las élites ricas y a expensas de las clases medias y pobres ha contribuido a crear un mundo en el que, desde la década de los ochenta, siete de cada diez personas viven en países donde la desigualdad económica ha aumentado, mientras un 1% de las familias de todo el mundo acapara el 46% de la riqueza (110 billones de dólares).
El informe señala que:
- a nivel global, las empresas y las personas más ricas esconden billones de dólares en una compleja red de paraísos fiscales repartidos por todo el mundo. Se calcula que hay 21 billones de dólares no registrados o en terceros países.
- en Estados Unidos existe una correlación directa entre la desregulación financiera y el aumento de los ingresos de ese 1% privilegiado de la población que ha alcanzado ahora su nivel máximo desde la Gran Depresión.
- en la India, el número de multimillonarios se ha multiplicado por diez durante la última década gracias a una estructura fiscal anticuada y a sus conexiones privilegiadas con el Gobierno, mientras que el gasto gubernamental en beneficio de las personas más pobres continúa siendo significativamente bajo.
- en Europa se han impuesto medidas de austeridad que afectan a las clases medias y pobres, bajo una gran presión por parte de los mercados financieros cuyos acaudalados inversores, sin embargo, se han beneficiado de los planes de rescate públicos a las instituciones financieras.
- en África, las empresas multinacionales –en concreto, las de la industria extractiva– aprovechan sus influencias para eludir el pago de impuestos y royalties, reduciendo, así, los recursos de los Gobiernos para combatir la pobreza.
- respaldar una fiscalidad progresiva;
- no utilizar su riqueza económica para obtener favores políticos que supongan un menoscabo de la voluntad política de sus conciudadanos;
- hacer públicas todas las inversiones en empresas y fondos de las que sean beneficiarios efectivos y finales;
- exigir a los Gobiernos que utilicen su recaudación fiscal para proporcionar a sus ciudadanos y ciudadanas asistencia sanitaria, educación y protección social universales;
- reclamar que todas las empresas que poseen o controlan ofrezcan un salario digno a sus trabajadores y trabajadoras;
- exigir a otras élites económicas que también se adhieran a estos compromisos.
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