El 20 de diciembre de 1973 Carrero Blanco fue asesinado por la CIA, a 200 m de la embajada de EEUU, que necesitaba en España un gobernante que cumpliera las instrucciones del Imperio, sin ideas propias. Pocos meses antes, Carrero había impedido el uso de las bases de EEUU en España para abastecer al ejército de Israel en la guerra del Yom Kippur. El día anterior había estado reunido con Henry Kissinger.
Nadie entiende cómo pudieron cavar un túnel a tan poca distancia de la vigiladísima embajada americana y cómo ETA pudo realizar un atentado de tal precisión y tan devastador, que nunca volvió a repetir.
Otra vez se repetía que alguien de fuera nos escribía a los españoles nuestra propia historia.
Kissinger con Carrero
Copio este interesante texto sobre el tema:
En varias ocasiones tanto la Policía como la Guardia Civil estuvieron a punto de detener al “comando”, pero órdenes superiores lo impidieron siempre. A los ocupantes del piso de la calle Mirlo, que se hacían pasar por estudiantes y trabajadores, en el vecindario algunos incluso les llaman “los de ETA” por lo raro y poco discreto de su comportamiento; un miembro del Servicio de Información de la GC que lo detectó y comprobó, lo puso en conocimiento del Servicio, llegando el Jefe de la 111 Comandancia de la GC (Madrid Exterior; el entonces Teniente Coronel Francisco Agudo) a montar la correspondiente operación para irrumpir en el piso, pero una llamada de teléfono le ordenó que se suspendiese la acción. En aquel piso, según Eva Forest al menos una vez se produjo un disparo accidental. Quizás por todo ello, dos meses antes del atentado aquel piso fue abandonado, pero dejando planos con itinerario de Carrero y otras pistas delatoras, entre ellas el teléfono del refugio secreto del dirigente comunista Simón Sánchez Montero en un envoltorio de medicinas (aunque hay versiones de que también apareció en otro lugar), todo lo cual induce a pensar en un desalojo de urgencia, puede que tras un aviso.
Abundando en lo anterior, un agente del servicio de información de la GC, que trabajaba en Francia con el nombre clave de Tormes, les dijo a los escritores Estévez y Marmol que él, contando con el apoyo de Serge Demagnian Sena, un coronel francés de la OAS y antiguo jefe del servicio secreto militar en Argel, dio noticias de la intención de asesinar a Carrero cinco meses antes del atentado. Llegaron a contar con la ayuda de un funcionario que copiaba informaciones del despacho del Ministro de Interior galo. Pero “hubo un alto jefe militar que tuvo interés en romper toda la <operación Doble E>”. Tormes señaló al General Prieto López (quien le apartó del servicio de información, acusándole de apropiación de fondos reservados) y a Sáenz de Santamaría (quien fue Coronel Jefe de Estado Mayor de la GC entre 1971 y 1975, e inició su carrera como voluntario falangista en 1936 y la terminó como asesor de Rafael Vera en tiempos de los GAL, pasando por la Guardia del Generalísimo). Quizás fuera este mismo agente el que recuerda el periodista Ismael Medina: “la Guardia Civil había infiltrado en ETA a uno de sus miembros, que al tiempo se había ganado la confianza de un agente de los servicios secretos franceses; el guardia avisó a su superior inmediato con muchas semanas de antelación que ETA preparaba el asesinato de Carrero; sus repetidos informes fueron bloqueados por ese superior, quien, dos años más tarde, con el sobrenombre de Barber, sería uno de los dos capitanes de la GC en el CESID que, en vísperas del atentado en el despacho de abogados de la calle de Atocha, se entrevistaron en la Cafetería Dólar con el cabecilla del grupo que lo cometió
En la primera semana de diciembre, Achulo, Argala y Quiscur comenzaron las obras para construir la galería, de 7 m de longitud, 50 cm de ancho y 60 cm de alto, y terminada en forma de T, con el tramo transversal de la misma paralelo al eje de la calle; cada día avanzaban una media de 2 metros; el material que sacaban lo introducían en sacos/bolsas de basura, hasta un total de unos 500. El ruido producido, sobre todo al perforar el muro, fue ensordecedor y difícilmente achacable al producido por el supuesto escultor que habitaba el local (el domingo anterior al atentado los golpes, seguidos y muy intensos, repercutían en las paredes de la finca). Después, a medida que avanzaron por debajo de la calle, se impregnó el portal, la escalera de la finca, e incluso la calle, de un fuerte olor a gas o tierra putrefacta, de forma que varios vecinos se quejaron al portero. Se dio la más que extraordinaria circunstancia de que el tal portero era miembro de la Policía Armada en activo, siendo su principal actividad dar protección, de uniforme, en la no muy lejana casa de Tomás Allende, Ministro de Agricultura, saliendo todos los días así vestido de casa; no es de recibo que, en una zona tan sensible y con tal profesión, este portero, en base sus observaciones, las de su familia y las de los vecinos, no hubiera investigado e informado, máxime cuando, las vísperas del atentado, los etarras, apenas disfrazados de electricistas, tendieron unos 50 metros de cable, por las fachadas de los edificios y a 3 m de altura con relación a la acera, hasta la esquina de la calle Diego de León.
Hay que tener en cuenta, para ponerse en situación, que, además de la Embajada Norteamericana, donde radicaba la estación central de la CIA, el mismo Presidente vivía a unos 150 m de la mina, y que también había otros importantes edificios oficiales (Diputación Provincial, Radio Nacional, etc) y viviendas importantes; con lo que ello conlleva, pues ninguna seguridad se limita a “puertas para adentro”, siendo práctica obligada la vigilancia de las proximidades.
EL ATENTADO
A las 09,23 horas, Carrero, tras oír misa y comulgar como todos los días subió a su coche. El mismo, seguido de otro de escolta, bajó por la calle Serrano, giró a la izquierda por la de Juan Bravo y volvió a torcer a la izquierda para tomar Claudio Coello; un Austin Morris 1.300 estaba aparcado en doble fila, a la altura de una señal (un trazo rojo vertical de 1 metro) en frente al 104 de la citada calle, a menos de 100 m de la puerta de la misma embajada, obligando al tráfico a pasar por encima del trazo superior de la “T” del túnel, donde estaban las tres cargas explosivas. El Morris también estaba cargado de explosivos, aunque estos no llegaron a explotar (se supo de su existencia por ETA).
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DESPUES DEL ATENTADO
Según Ricardo de la Cierva, la caja fuerte en la que Carrero, metódico y ordenado, guardaba sus papeles en el despacho de Presidencia del Gobierno (Paseo de la Castellana, nº 3) fue inexplicablemente vaciada momentos después del asesinato, desapareciendo los documentos y las notas personales; de esta forma, nunca sabremos con certeza qué hablaron él y Henry Kissinger
No se declaró el estado de excepción, ni se tomaron medidas en las carreteras, ni en las fronteras ni en los aeropuertos; de ello dejaron constancia escrita muchas personas de distinta condición e ideología (Fernando Múgica, Juan Maria Bandrés, Pilar Careaga). Únicamente Iniesta Cano, el Director dela GC, dio órdenes tajantes, pero fue rápidamente desautorizado y tuvo que retirarlas pronto. Hay que recordar que pocos años antes, cuando fue asesinado el inspector Melitón Manzanas, se declaró el estado de excepción durante mucho tiempo. Carmen Carrero, hija del asesinado, dijo: “es que es muy gordo, matar a un Presidente de Gobierno y que no haya pasado nada, como si no hubiera pasado nada; claro que se dejó hacer, estoy convencidísima de ello”.
Según Ricardo dela Cierva, hubo hasta tres jueces encargados de los sumarios que se instruyeron por el asesinato: D. Andrés Martín Sánz, D. Luis dela Torre Arredondo, y D. Jesús Valenciano Almoyna
De la Torrehabló de un sumario de 2.754 páginas, en 5 tomos, con declaraciones de 171 personas. Al magistrado le llegaron rumores de que ETA había actuado al servicio de la CIA; concluyó que ETA actúa a veces de una forma que parece que está pagada por elementos no precisamente muy comunistas; también afirmó que la estación de la CIA en Madrid hubiera detectado al comando etarra (“la CIA sabía que iban a matar a Carrero) y lo hubiera comunicado a la policía española, sin que esta hubiera hecho nada para evitar el atentado. De la Torre cuestionó la actuación del Capitán General de Madrid Tomás García Rebull (antiguo falangista), del Fiscal General Herrero Tejedor, del Ministro de Justicia Francisco Ruiz Jarabe y el Jefe Superior de Policía de Madrid Federico Quintero. Así mismo dijo que le ponían trabas en su camino; por ejemplo, un día el fiscal José Raya le pidió que si resultaba algo contra fulano y zutano (uno de los nombres era el etarra Aya Zulaica el trepa) que lo pasara por alto.
Curiosamente, años después, en las vísperas del 23 F, el Presidente Suárez formuló la misma duda que el magistrado De la Torre: “me voy de la presidencia sin saber si ETA cobra en dólares o en rublos”.
En la apertura del año judicial, en septiembre de 1974, el Fiscal General del Estado, D. Fernando Herrero Tejedor, dijo que no se descartaba la participación de organizaciones ajenas a ETA en el crimen; al parecer, también envió un largo informe a Franco, hoy también desaparecido. En junio de 1975 Herrero Tejedor murió en un oscuro accidente, al ser arrollado su vehículo oficial de Ministro Secretario General del Movimiento por un camión en el kilómetro 108,400 la Carretera Nacional VI a su paso por Adanero (Asunción Maresma, en el número 321 de la revista “El Temps”); se dijo que el conductor del camión durmió aquella noche en Francia.
Por la Ley de 15 de octubre de 1977, dentro del total de 1940 excarcelados gracias a la Amnistía General por los delitos de “intencionalidad política”, fueron amnistiados, sin siquiera haber sido juzgados, quienes juraban haber sido los autores del asesinato(s). Ninguno de los etarras implicados en la realización material del atentado ha hablado claramente nunca ni ha sido interrogado por la policía
INTERESES DEL IMPERIALISMO JUDEO-YANKIE
La agencia soviética TASS acusó a la CIA haber colaborado con ETA porque Carrero se oponía a la entrada de España en la OTAN
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Kissinger, del que se puede decir como datos objetivos que era judío sionista y masón (...), casualmente también se encontraba en Roma momentos antes de que las Brigadas Rojas secuestraran, y posteriormente mataran (el 9 de mayo de 1978, 54 días después del rapto), a Aldo Moro, presidente de la Democracia Cristiana, siete veces presidente de gobierno y ministro el doble, cuando se dirigía al Congreso para proponer una alianza con los comunistas. (…)
Alfredo Grimaldos relata, en “La CIA en España”, que, en el transcurso del Consejo de Guerra del23 F el Comandante José Luis Cortina Prieto (entonces jefe de los servicios especiales del CESID), fue “sometido a un duro interrogatorio por el fiscal, que le acorrala con sus preguntas sin dejarle escapatoria … es la hora de comer y se hace un pequeño receso … Cortina sale disparado hacia el teléfono y marca un número con ansiedad; un miembro de los servicios de información controla la conversación; en determinado momento, indignado, el comandante procesado le dice a su interlocutor <como siga este tío así, saco a relucir lo de Carrero>; y a partir de ese momento la cosa cambia por completo”. El letrado Rogelio García Villalonga, postulando en nombre de su defendido, Cortina, hizo la siguiente pregunta textual al Capitán García Almenta: ”diga como es cierto, sabe y le consta que ha sido frecuente el hecho de que vehículos del personal perteneciente al organismo al que está adscrito hayan coincidido con acontecimientos de tan suma gravedad como los del asesinato del Almirante Carrero o del atentado contra el General Esquivias”. Ricardo Pardo Zancada, en su libro “La pieza que falta”, dice que …“sonó como un trallazo cuando Cortina, al ser preguntado por la presencia de coches de los servicios en aquella tarde en las inmediaciones del Congreso, respondió: <también el día del asesinato de Carrero había coches en la calle>; tras esta declaración, que sonaba a clara amenaza, ningún miembro del Tribunal siguió insistiendo en el tema y Cortina resultó absuelto de todos sus cargos ante el asombro de todos”.
Cortina, que era de la misma Promoción del Ejército de Tierra que el Rey y amigo suyo, que siempre estuvo muy unido a la CIA desde sus tiempos de creador de los Servicios Especiales del AEM, que en 1973 estaba destinado en los servicios de información del AEM, que era gran conocedor y “creador” de partidos políticos (colaboró/creó GODSA, el laboratorio de ideas de Manuel Fraga y germen de Alianza Popular, luego PP) , fue quien, entre otras muchas cosas relativas al “golpe” del 23F, había urdido las reuniones del Teniente Coronel Tejero con el General Miláns del Boch, así como dado órdenes y proporcionado enlaces, vehículos y transmisiones
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