Fuente: Tribulaciones Metapoliticas
Adolfo Suárez, 1932-2014
Ayer murió en Madrid tras una larga enfermedad neurodegenerativa el ex-presidente del gobierno Adolfo Suárez, jefe del ejecutivo entre 1977 y 1981.
Si bien actualmente no son pocos los que le culpan de la inestabilidad que se vivía en aquellos turbulentos años, y de ser el “iniciador” o “uno de los máximos responsables” del parlamentarismo partitocrático actual, lo cierto es que Suárez trató dentro de sus posibilidades de preservar la soberanía nacional (siendo ello saboteado tanto desde la “izquierda” como desde la “derecha”) y, a nivel internacional, mantener una política neutralista, de no-alineamiento. (Es decir, de no sumisión ante los dictados de la plutocracia).
Por no estar dispuesto a acatar las órdenes de los plutócratas internacionales (oponiéndose a la entrada de España en la OTAN y al reconocimiento de la entidad sionista, entre otras medidas) Suárez fue obligado a dimitir.
Sus sucesores, todos y cada uno de ellos, serían una auténtica catástrofe que progresivamente irían hundiendo a España más y más (incrementando su status de colonia), hasta el día de hoy.
TM
Suárez con Hafez al-Assad en Damasco, 1980
El hombre que dijo no a Washington y a Botín
Basta recordar como, en la presentación de la campaña de 1986, Suárez denunciaba que los “socialistas” han seguido una política orientada por el Fondo Monetario Internacional, con lo que han aumentado sustancialmente los beneficios de la banca.
La crisis política abierta en que ya se ha transformado la crisis económica ha popularizado la comparación de la actual situación nacional con la de los meses que precedieron al 23-F. Y en ese paralelismo, algunos se atreven a comparar la figura de Zapatero con la de Adolfo Suárez. Hablan de dos presidentes “átonitos, bloqueados, enrocados sobre sí mismos y dando palos de ciego”. Nada más lejos de la realidad. Si ha existido un político en las antípodas de Zapatero, ése ha sido Suárez. Y no por su filiación política nominal, sino por la posición mantenida ante los grandes centros de poder. Suárez dijo no a Washington cuando la superpotencia exigió nuestra entrada inmediata en la OTAN. Y acaba señalado por la gran banca como persona non grata. Zapatero, por el contrario, está dispuesto a aceptar la degradación de España dictada por las grandes potencias, con el único interés de cargar la factura sobre la población para que Botín mantenga sus abultados beneficios.
Súarez dijo no a la OTAN
La defenestración de Suárez se fraguó desde el mismo momento en que Alexander Haig, secretario de Estado de Reagan, afirmó que “España tiene que fijar fecha y hora para su entrada en la OTAN”.
La defenestración de Suárez se fraguó desde el mismo momento en que Alexander Haig, secretario de Estado de Reagan, afirmó que “España tiene que fijar fecha y hora para su entrada en la OTAN”.
Algo que todavía es necesario ocultar. En las dos horas y media de duración del biopic televisivo estrenado recientemente sobre la vida de Suárez, no se pronuncia en ningún momento la palabra OTAN.
Suárez se negó a plegarse a las órdenes de la administración Reagan, que exigían, en plena guerra fría, una incorporación inmediata de España a la OTAN.
Suárez tenía otros planes. Cometió la osadía de ser independiente. Aprovechando las excepcionales condiciones del momento, con unos EEUU debilitados tras el fracaso de Vietnam y las oportunidades que ofrecía el cambio de régimen en España, intentó desplegar una política autónoma, que dotara a España de un margen de maniobra frente a Washington.
Adolfo Suárez con Yasser Arafat en La Moncloa, 1979
Suárez recibió a Arafat o a Fidel Castro, colocados por Washington en el “eje del mal” de la época. Impulsó la creación de una comunidad iberoamericana de naciones, como la base que permitiera a España jugar un papel más relevante en la política internacional. Practicó en la ONU una “tercera vía diplomática” que llevaba a España a votar muchas veces junto al Tercer Mundo y contra las dos superpotencias. E incluso llegó a enviar una delegación española a una cumbre de los No Alineados.
La autonomía demostrada frente a Washington, se extiende también hacia las principales potencias europeas. Todavía se recuerda una tormentosa cena oficial donde Suárez reprochó a Giscard d´Estaigne -el presidente francés apodado “Messieu Espagne” por su obsesión en inmiscuirse en los asuntos internos españoles- como París protegía protegía a los etarras en el “santuario galo”, utilizando el terrorismo como arma de presión sobre nuestro país.
Suárez se convirtió, desde la presidencia del gobierno, en un intruso que había desafiado la regla de oro de la “democracia” española: la sumisión a los dictados del imperio.
Y una campaña de acoso y derribo contra él –en la que participaron desde la gran banca a Felipe González, desde ETA a los barones de la UCD, desde la CEOE a la Iglesia…- acabó con su forzada dimisión.
Pero lejos de amedrentarse, Suárez siguió fiel a sus banderas, radicalizándose en sus posiciones.
Muchos miembros del Centro Democrático y Social –partido fundado por Suárez tras abandonar la UCD- participaron activamente pidiendo el No en el referéndum de la OTAN.
Y no son lecciones historicistas, sino conclusiones vitales para el presente. En una situación donde el ocaso imperial y la emergencia de paises del Tercer Mundo está rediseñando el tablero mundial, existen peligros pero también oportunidades.
La dependencia estructural de España está propiciando que las grandes potencias carguen el peso de la crisis sobre nosotros.
¿Pero qué pasaría si España opta por un camino autónomo, al lado de los países del mundo hispano que, gracias a haber alcanzado cotas de independencia respecto a Washington, cada vez cuentan más en el mundo?
El presidente que se enfrentó a Botín
Cuando en plena transición, Emilio Botín padre osó, alegando su gota, posar su pierna en la mesa de Adolfo Suárez, éste le obligó a retirarla inmediatamente, porque “ningún banquero pone los pies encima de la mesa del presidente del gobierno”.
Cuando en plena transición, Emilio Botín padre osó, alegando su gota, posar su pierna en la mesa de Adolfo Suárez, éste le obligó a retirarla inmediatamente, porque “ningún banquero pone los pies encima de la mesa del presidente del gobierno”.
Ahora la situación ha cambiado, los elogios de Botín al inquilino de la Moncloa son desmesurados. Hasta el punto de confesarle al rey en una recepción pública: “No sabemos la suerte que hemos tenido con este hombre [Zapatero] en la presidencia, Señor, es un hombre providencial para todos….”.
El CDS de Suárez lanzó una pegatina con el significativo lema “Yo también tengo problemas con la banca”. Y no era una frase demagógica. La gran banca creó un “cordón sanitario” en torno a Suárez, negando al CDS los créditos, para cubrir de millones a la “Operación Roca”, fracasado intento de impulsar un partido centrista que marginara políticamente al CDS.
Basta recordar como, en la presentación de la campaña de 1986, Suárez denunciaba que “los socialistas han seguido una política orientada por el Fondo Monetario Internacional, con lo que han aumentado sustancialmente los beneficios de la banca”.
En ese mismo mitin, Suárez remachó que “la banca nos ha dado la espalda, lo que quizás obedece al hecho de que el CDS no se pone de rodillas ante ella. Me enfrenté a los que querían hacer una España para ellos sólo, y no una España para todos”.
Habría que recordar esta palabras de Suárez cuando la voluntad de Zapatero por “rescatar” a la banca a costa de hundir al país es el principal obstáculo para salir de la crisis.
Suárez se negaba a ponerse de rodillas ante la banca. Y ahora tenemos un presidente convertido en el auténtico chico de los recados de Botín.
Y el último “recado” de Botín a Zapatero es que tenemos que trabajar dos años más y cobrar un 25% menos para que el Santander siga codeándose en la City londinse.
Así cayó Adolfo Suárez
Josep Meliá, secretario de Estado para la Información cuando el presidente del Gobierno era Adolfo Suárez declara en su libro Así cayó Adolfo Suárez lo siguiente:
Pag 30 “Y concretamente uno de sus grandes aciertos -que paradójicamente pagaría como un inmenso error- fue recibir a Arafat y darle un abrazo que dio la vuelta al mundo. A partir de aquel momento los medios sionistas de los Estados Unidos -que controlan los grandes periódicos americanos- pasaron repentinamente de ser pro-Suárez a ser descaradamente anti-Suárez.”
Pág 31 ”Éste fue el papel de Suárez en sus conversaciones con Arafat, con el rey Hussein de Jordania y con el presidente iraquí Sadam Hussein. Pero le costó la hostilidad a muerte de los sectores proisraelíes y de todo el lobby judío.
En Washington y en Paris se vio con malos ojos que España adoptara una política internacional con iniciativas.”
En Washington y en Paris se vio con malos ojos que España adoptara una política internacional con iniciativas.”
Página 31 “Suárez, que previó con mucha antelación el peligro que se cernía sobre el estrecho de Ormuz y el papel arbitral de Irak en la política energética y en un posible estrangulamiento de Europa, razonaba en la siguiente manera: « Hoy los países árabes son globalmente antiamericanos por culpa del tema de Israel. Aunque muchas veces son anticomunistas, se alinean con la URSS por culpa del enfoque que se da al problema palestino. Una solución inteligente y negociada al tema palestino arrastraría a este bloque de países a posiciones prooccidentales y se evitaría la fragilidad del abastecimiento energético de Europa.>”
Al respecto, en el libro España e Israel: veinte años después editado por Raanan Rein podemos leer lo siguiente:
“Casi un año después (1977) es Adolfo Suárez quien recibe en “Blair House” (residencia de los mandatarios extranjeros en Washington) a Arthur Goldberg, el mismo dirigente judío que un año antes ya se había encontrado con don Juan Carlos.
Goldberg que venía en representación de las Comunidades judías de los Estados Unidos, se dirige al presidente con un tono de protesta y de amenaza muy desafortunado. En pocos minutos, acusa al Gobierno español de venderse a cambio de ayudas financieras musulmanas, ataca al Rey por su amistad con monarcas árabes, amenaza con desarrollar una campaña de opinión pública en contra de España en la prensa estadounidense y mezcla toda una serie de hechos. La situación es tan irritante y las “barbaridades” que dice Goldberg son tan desafortunadas que Suárez da por concluido el encuentro y casi literalmente echa al dirigente judío. Algo muy parecido le ocurre a Marcelino Oreja, ministro español de Asuntos Exteriores, el 25 de septiembre de 1979 en Nueva York, en su encuentro con Theodore Mann y Yehuda Hellman, presidente y secretario general de la Conferencia de Presidentes de las Principales Organizaciones Judías Americanas. La entrevista es tan agria y brusca que concluye a los quince minutos, pero esta vez, con el abandono de la reunión por parte de los dos representantes judíos.”
“La llegada de Felipe González a la Presidencia del Gobierno en 1982 y la de Edgar Bronfmann a la Presidencia del Congreso Mundial Judío mejoran los contactos con el poderoso e influyente lobby” judío. Ambos se encontraran en dos ocasiones, una en Nueva York y otra en Madrid, en menos de seis meses, entre junio y noviembre de 1983. El presidente español aprecia en Bronfman un interlocutor válido, con capacidad de diálogo. Esta excelente impresión es mutua. Para Bronfman, González ha cumplido su promesa dada en Nueva York de seguir una política liberal de contactos ecnonómicos, comerciales, culturales y de todo tipo con Israel, “para un mayor intercambio en el mutuo de los dos pueblos”. También se ha aprobado la apertura de una línea aérea entre Madrid y Tel Aviv, como primer paso a un mayor desarrollo turístico y comercial. De su segunda reunión, en Madrid, a invitación del presidente español, Bronfman se lleva la promesa de la instalación en Madrid de una Oficina de Turismo de Israel.”
Las relaciones España-Israel no estaban en su “mejor” momento durante la presidencia de Adolfo Súarez
Sí, en cambio con Felipe González…
RELACIONES CON ISRAEL MADRID, VIERNES 18 DE NOVIEMBRE DE 1983
“El 13 de septiembre de 1979, Adolfo Suárez, presidente de un Gobierno de centro- derecha, abrazaba en la Moncloa al dirigente palestino Yasser Arafat. Ayer, Felipe González, presidente de un Gobierno socialista, se entrevistaba con el presidente del Congreso Judío Mundial, Edgar Bronfman. Cuatro años separan ambas imágenes, tras las que queda, como telón de fondo, la cuestión de las relaciones EspañaIsrael. La entrevista de ayer anticipa la solución de este asunto que debe arreglarse cuanto antes.”
Fuente: Tribulaciones Metapoliticas
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