Fuente: Público
Bruselas presentará su propuesta definitiva sobre la tasa Tobin
España, Alemania, Francia y otros ocho países de la zona euro reciben hoy la propuesta final de la Comisión Europea sobre la tasa de transacciones financieras (TTF), conocida como Tobin tax. Se trata de una medida que podría incomodar a los bancos pero que agradará a los votantes y podría recaudar entre 30.000 y 35.000 millones de euros al año, según los cálculos de Bruselas.
El objetivo de esta contribución es frenar la especulación y hacer que la banca asuma parte de los costes de la crisis. El veto de Reino Unido ha hecho imposible un acuerdo a 27 y ha empujado a once países –entre los que están también Italia, Portugal, Grecia, Eslovenia, Austria, Bélgica, Estonia y Eslovaquia– a avanzar en solitario mediante una cooperación reforzada.
El objetivo del Ejecutivo comunitario es que la tasa comience a aplicarse a principios de 2014. Para ello, se necesita un acuerdo unánime de los 11 participantes. Los Estados miembros que se han excluido del proyecto estarán en la mesa de negociación pero no tendrán voto.
La tasa gravará con un 0,1% las transacciones de todo tipo de instrumentos financieros Este paso es "un hito porque por primera vez el impuesto sobre las transacciones financieras se aplicará en un bloque de países que representa a dos tercios de la Unión, y que responde además a un llamamiento de los ciudadanos", dijo el pasado 22 de enero el comisario de Fiscalidad, Algirdas Semeta.
Como ya preveía el plan original de Bruselas, la tasa gravará con un 0,1% las transacciones de todo tipo de instrumentos financieros -excepto los derivados, a los que se les aplicará un 0,01%- en las que esté implicada una institución financiera basada en uno de los 11 países participantes o que actúe en representación de un cliente basado en estos Estados.
Pero además, para evitar que las operaciones se deslocalicen a la City de Londres, el Ejecutivo comunitario propone añadir un segundo criterio, el lugar de emisión, según los borradores filtrados. Ello significa que la tasa se aplicará a los instrumentos financieros emitidos en la zona de cooperación reforzada, independientemente de dónde se negocien.
La propuesta original de Bruselas para el conjunto de la UE preveía una recaudación de 55.000 millones de euros al año. Pero tampoco había acuerdo sobre el uso del dinero. Mientras que el Ejecutivo comunitario defiende que dos tercios vayan a financiar el presupuesto comunitario, la mayoría de Estados miembros quiere que los fondos engrosen las arcas nacionales.
Escepticismo entre los críticos
El impuesto, basado en una idea propuesta por el economista estadounidense James Tobin hace más de cuarenta años, había sido ignorado hasta ahora. Su importancia es simbólica además de económica, puesto que sirve para mostrar que los políticos, pese a los errores cometidos durante los cinco años de crisis, están comenzando a controlar a los bancos.
Sin embargo, los críticos opinan que no puede funcionar adecuadamente a menos que se aplique en todo el mundo o, al menos, en toda Europa. Suecia, que aprobó y abandonó el impuesto, advirtió de que la medida llevaría las transacciones a otro lugar. Además, aunque la tasa afectará a los bancos y a las compañías de negociación, es probable que el coste se traslade de alguna manera a los clientes y consumidores.
También preocupa que el impuesto pueda abrir la puerta a otra escisión en Europa, donde los 17 estados usan el euro están profundizando sus lazos para respaldar la moneda y hay un creciente riesgo de que Reino Unido se marche incluso de la UE.
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