miércoles, 22 de agosto de 2012

Vicenc Navarro y la bandera española

Hace unos días el señor Vicenc Navarro escribió un artículo en el diario Público y en su otras veces excelente blog, llamado ¿Cuáles son la bandera y el himno españoles?. El artículo dice lo siguiente:

A raíz de las declaraciones a un rotativo catalán, ARA, del deportista catalán Àlex Fàbregas, participante en las Olimpiadas de Londres, en las que declaraba que no sentía el himno nacional español, ni tampoco, consecuentemente, la bandera nacional española, como suyos, y sí en cambio sentía la bandera catalana, La Senyera, y el himno catalán, els Segadors como suyos, se movilizaron las predecibles voces insultantes en las que todo tipo de epítetos se dirigieron a tal deportista y a sus defensores.

Tal reacción muestra, una vez más, la escasísima cultura democrática que existe en algunos círculos nacionalistas españoles que han expresado siempre gran hostilidad hacia cualquier proyecto que difiera del suyo. En vez de establecer un diálogo, la respuesta es siempre la misma. El insulto tanto verbal como físico, incluido el militar. No en vano, la Constitución española atribuye a las Fuerzas Armadas la garantía de lo que llaman la Unidad de España, artículo de la Constitución que entra en claro conflicto con el principio democrático de que la soberanía radica en la ciudadanía. Por lo visto, bajo esta Constitución, si el pueblo catalán decidiera separarse de España, ello sería impedido por el Ejército, aun cuando el resto de la población española así lo aceptara. En realidad, en tal Constitución no existe espacio para considerar tal posibilidad. En otros países en los que he vivido por muchos años durante mi largo exilio, tal posibilidad sí que existe. Así, en EEUU, el Estado de Texas tiene la potestad, si así lo desea, de separarse de EEUU, posibilidad que, por cierto, muchos estadounidenses de persuasión progresista favorecerían debido a las posturas profundamente conservadoras que tal Estado suele sostener y promover. En otro país donde viví muchos años, Suecia, se vivió a principios del siglo XX, en 1905, una separación de parte de su territorio, Noruega, sin que hubiera conflicto alguno. Un acuerdo sin más respondiendo al deseo de Noruega y aceptado por Suecia.

En España, el enorme y asfixiante centralismo del nacionalismo español, más presente en las fuerzas conservadoras que en las progresistas (aun cuando estas últimas comparten frecuentemente elementos importantes de este centralismo que caracteriza el nacionalismo español), ha siempre respondido con hostilidad y agresión (incluida la militar) a todo intento de redefinir tal Estado, aceptando la descentralización (el llamado Estado de las autonomías) precisamente para no reconocer la plurinacionalidad del Estado español. Es ese nacionalismo español el que también ha mostrado la Transición española de la dictadura a la democracia como módelica, presentando la Constitución como un documento ejemplar que era mejor no cambiar (excepto en nocturnidad y alevosía para obedecer el dictado del gobierno alemán en aprobar el pacto fiscal).

Las consecuencias de la Transición Inmodélica

Como he escrito en varias ocasiones, la Transición dejó mucho de ser modélica (ver mi libro Bienestar insuficiente, Democracia incompleta. De lo que no se habla en nuestro país). Se hizo en términos muy favorables a las fuerzas conservadoras que controlaban el Estado español. Había un enorme desequilibrio entre las fuerzas políticas que se sentaron en la mesa para diseñar tal Transición. Por un lado, las conservadoras, herederas de la dictadura, que continuaban teniendo un gran poder, controlando, además del Estado, la mayoría de medios de información y persuasión, mientras que las izquierdas, que lideraban las fuerzas democráticas, acababan de salir de la prisión o de volver del exilio. Ni que decir tiene que las movilizaciones obreras jugaron un papel esencial en finalizar aquella horrible y sangrienta dictadura. Pero los partidos políticos de izquierda que se sentaron en la mesa, tenían muy poco poder. Ello dio como resultado una Transición y una Constitución inmodélicas. El sistema democrático al cual dio lugar, fue muy limitado, produciendo un bienestar muy insuficiente. Lo que está pasando con las víctimas de lo que se llama en España “el franquismo” (que debería llamarse fascismo) es un claro ejemplo de ello. Una juez de Argentina tendrá que proteger sus derechos –respondiendo al Derecho internacional- debido a que los que tenían que haberlo hecho en España no lo hicieron. Y, España continua siendo el país con el gasto público social por habitante más bajo de la UE.

En tal Constitución aparece la bandera borbónica como la bandera española, y la Marcha Real como himno nacional, frente al cual los súbditos tienen que cuadrarse en silencio. Tales símbolos definen bien la España de la Transición. Pero para millones de españoles –que perdieron la mal llamada Guerra Civil (que fue un golpe militar fascista frente a un sistema democrático) y sus sucesores, herederos que luchamos durante la dictadura por la democracia-, ni la bandera ni el himno son los nuestros. Lo es por ley, pero no lo sentimos nuestro. En realidad, aquel himno fue el himno de los golpistas, y la bandera borbónica (con cambios mínimos) fue la que los golpistas enarbolaron en su victoria en aquella rebelión antidemocrática (que no hubiera ocurrido sin la ayuda militar de Hitler y Mussolini). Este rechazo es muy acentuado en Cataluña (cuya cultura fue brutalmente reprimida por los golpistas) y no solo entre los independentistas (cuyo proyecto no comparto pero respeto) sino entre gran parte de la población.

La bandera republicana

Mi bandera española (tan querida como La Senyera), es la bandera por la cual mis padres y su generación lucharon (perdiendo una guerra) y es la bandera que las fuerzas democráticas, también en Catalunya, defendimos durante la dictadura. La bandera republicana, que, por cierto, me alegra ver que aparece cada vez más en las manifestaciones de protesta que están ocurriendo en nuestro país. Esta bandera liga las demandas presentes de un mundo mejor con nuestras luchas y las de nuestros antepasados para establecer otra España, la España de los distintos pueblos y naciones de España, frente a esta España del establishment, cuyas políticas están causando un enorme dolor sin que tengan ningún mandato popular para llevarlas a cabo pues nunca estuvieron en sus ofertas electorales. En esta España, que un número creciente sentimos que no es la nuestra, hemos visto el intento desesperado de tal establishment liderado por la Monarquía, de utilizar los Juegos Olímpicos, para movilizar el sentimiento de apoyo a la Marcha Real y a la bandera borbónica, presentándolas como las españolas (porque así lo dice la Constitución), con la presencia activa de la Familia Real para conseguir crédito político de las merecidas victorias de los deportistas españoles. Todo ello como indicador de la necesidad que tal establishment siente de legitimar su poder que está perdiendo apoyo popular rápidamente.

Mientras todo ello ocurre, en España está prohibida la exhibición, incluso en las competiciones deportivas, de la bandera española que mejor representa la España democrática, ansiosa de libertad y solidaridad, por la cual millones de españoles lucharon, siendo fusilados, encarcelados, torturados y/o exilados por ello. A la vez que la Familia Real intentaba oportunísticamente promover su imagen en los Juegos Olímpicos, apareciendo siempre en los medios de información junto a los equipos españoles vencedores, en Alicante, días después, un ciudadano era sancionado en el estadio donde se jugaba el partido de balonmano entre la selección española y la argelina, por querer mostrar su apoyo al equipo español enarbolando la bandera española republicana. El gobierno español justificó tal sanción bajo el argumento que tal gesto “incitaba a la violencia” (Público, 16.08.12). Ello muestra, no solo el nivel de intolerancia antidemocrática de las derechas en España sino su enorme temor e inseguridad, conscientes de que hay la otra España que derrotaron que, no solo continúa existiendo, sino que está creciendo.

La necesidad de recuperar nuestra bandera y nuestra cultura republicana

Se me dirá que estoy despertando sentimientos que estarían mejor guardados a fin de facilitar la convivencia. Pero los que utilizan tal argumentación ignoran que el lado vencedor nunca adoptó ninguna medida conciliadora, que exigiría un cambio radical en su comportamiento con los vencidos. El caso citado de las víctimas de la dictadura es un ejemplo bochornoso de ello. Reconciliarse con esta actitud es olvidar nuestro pasado, que es lo que la izquierda nunca debería haber hecho. Fueron primordialmente las izquierdas las que lucharon por la democracia y fueron primordialmente las derechas las que primordialmente la destruyeron, como ahora están destruyendo los pocos derechos sociales y laborales que se habían conseguido en el periodo democrático.

Una última nota. Es muy importante que en las manifestaciones de protesta luchando por otra España, la España auténticamente democrática, se recupere esta memoria, entre otras razones, para que la juventud sepa que son continuadores de otras generaciones que lucharon y a veces vencieron. Y parte de ello es no solo recuperar la bandera republicana, sino la cultura democrática que caracterizó a las izquierdas, incluyendo las canciones de resistencia antifascista. Sorprende que la multitud no cante en las movilizaciones de protesta en España, una situación que es casi única a los dos lados del Atlántico donde he vivido. En Italia y en Francia, las canciones de la resistencia antifascista aparecen una y otra vez en las manifestaciones. Y en EEEUU, los cantos de los movimientos sociales de protesta son la norma, cantándose con frecuencia lo que es, en la práctica, el himno de las izquierda americano, This Land is your Land. En España, tenemos muchas canciones que millones de voces cantaron en el pasado, incluso en condiciones de clandestinidad y en su lucha por la democracia, canciones que también se están olvidando como parte de este olvido histórico que las izquierdas han practicado. Reforzarían las posibilidades de tener un futuro, si tales canciones y tal cultura estuvieran también ahora presentes en tales manifestaciones que exigen –con razón- otra España.


En mi opinión es un gravísimo erro r que justo cuando estamos siendo atacados por la oligarquía financiera mundial que quiere ponernos la bota sobre nuestra cabeza, el señor Navarro se ocupe de dividir aún más a los ciudadanos españoles.


Un anónimo me envía el siguiente comentario, que envió al diario Público pero que no fue publicado, y que comparto:

Estimado Sr. Navarro:


He venido leyendo con gusto y divulgando sus artículos sobre la crisis del Euro, siempre penetrantes y bien argumentados. Pero este artículo me decepciona. Parece más el desahogo de un forofo catalán que el análisis crítico de un intelectual. Veo una insensibilidad lamentable hacia sus conciudadanos españoles. 
Empieza usted escogiendo un evento deportivo (las palabras de Fábregas) para denunciar las ‘voces insultantes’ de los 'nacionalistas españoles'. No sé a qué insultos se refiere, pero vaya por delante que son inaceptables. Ahora bien, le señalo que hoy mismo veo publicado un graffiti contra Fernando Llorente, que, al parecer, deja el Athletic de Bilbao. Dice: ‘Llorente, muérete español’. ¿Por qué no ha elegido un caso como éste, tristemente común? ¿Por qué oculta usted esta cara de la moneda? ¿No tiene usted sentido de la equidad? 
Por cierto, ¿no es eso un delito de xenofobia? ¿Y no lo es la reciente frase de Otegui, refiriéndose a los exiliados vascos como ‘esos chacurras (perros) y sus putas familias’? Lejos de la intolerancia españolista que usted intenta pintar, lo que se observa es más bien un extraño patrón de permisividad española. 
Y por seguir con el deporte ¿acaso no recuerda usted las largas décadas en que la Real Sociedad tenía como política fichar a jugadores vascos, o de cualquier parte del mundo, salvo del resto de España? ¿No es esto un delito flagrante de discriminación sistemática? La respuesta ‘española’ fue, de nuevo, la permisividad (en mi opinión, totalmente injustificada). 
Y se queja usted de los símbolos españoles, señalando que fue una concesión hecha en la Transición, sin que los ‘nacionalistas españoles’ tuvieran que hacer ninguna concesión semejante. Pero lo cierto es que los vascos, cualquiera que sea su sentimiento de identidad, han tenido que tragar que la bandera oficial del País Vasco sea la Ikurriña, diseñada por un racista hispanófobo. Y el himno de Els Segadors, obra de Unió Catalanista, es un canto contra un 'enemic' que no se precisa, pero que es obviamente español. No creo que los actuales votantes del PP catalán, ni los de Ciutadans, ni buena parte de los del PSC, compartan esos sentimientos de hostilidad. Pero se les impone igualmente. 
¿Y dice usted que los 'nacionalistas españoles' no han tenido que hacer concesiones? Yo creo que son más bien los nacionalistas regionales los que no han tenido que hacerlas. Al menos la bandera y el himno de España no excluyen, ni rechazan, ni ofenden a nadie...   



Desde luego el escudo no puede ser menos excluyente...

1 comentario:

  1. Ni se imagina el Sr. Vincenc Navarro lo que le puede pasar quemando una bandera EE.UU. en el estado de Texas.
    Debería el Sr. Vincenc Navarro preguntarse porque a los etarras los están acercando e incluso liberando el Sr. Rajoy. Además porque ha cedido al chantaje catalán. ¿Tendrán algo que ocultar los dirigentes del PP, Psoe, ERC y Eta en algo relacionado con el 11M? ¿No estarán haciendo flaco favor al sionismo?

    ResponderEliminar

Tweets por @Nonius451