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viernes, 28 de marzo de 2014

Turquía planeaba bombardearse a sí misma para poder atacar Siria

Fuente: ElMundo

  • Publican en una web dos presuntas grabaciones del encuentro donde se preparaba el plan
  • La conversación es entre el ministro de Exteriores turco y el 'número dos' del Estado Mayor
  • El presidente turco, Abdullah Gül, ha convocado una reunión urgente con los afectados

El perfil de Twitter del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan.
 
"Si es necesario, enviaré a cuatro hombres a Siria. Podríamos provocar un caso de guerra lanzando un misil a Turquía. Podríamos, también preparar un ataque a la tumba del Sha Solimán, un enclave turco en suelo sirio donde reposan los restos del fundador de la dinastía otomana".

Estas fueron supuestamente las palabras que pronunció Hakan Fidan, jefe de la Inteligencia turca y mano derecha de Tayyip Erdogan, durante una reunión de alto nivel el trece de marzo pasado.

Dos grabaciones de ese encuentro de secreto, en el que participaron Fidan, el ministro de Exteriores Ahmet Davutoglu, uno de sus altos cargos y el segundo jefe del Estado Mayor, han sido publicadas en la página web del periódico Cumhuriyet a media tarde del jueves.

En la cita, los presentes presuntamente debatieron cómo poder forzar una acción armada en Siria y sus consecuencias militares.

La opción que se discutió, se deduce de los comentarios que aparecen registrados, era lanzar un atentado de falsa bandera contra intereses nacionales que legitimara en la arena internacional una intervención en defensa de la soberanía turca.

Esta semana, el líder de la oposición Kemal Kiliçdaroglu había advertido, refiriéndose a fuentes propias, de la posibilidad de que Turquía atacara a Siria a fin de ganar apoyo electoral y desviar la atención de los casos de corrupción política aireados en los medios, especialmente por Internet.

Pocas horas después, en una nota de prensa, Davutoglu ha confirmado que la grabación se corresponde con una cita que sí tuvo lugar, aunque ha apostillado que algunos de sus pasajes han sido manipulados.

Es un "ataque miserable" a la seguridad nacional, una "actividad de espionaje que supone un delito muy grave", ha dicho. Añadió que quienes estén detrás de ella recibirán el castigo más duro posible.

El jefe de gabinete turco, que por el momento no ha modificado sus actos de campaña electoral después de estallar el escándalo, ha exclamado en el curso de su visita a la ciudad de Diyarbakir que la aparición de la presunta conversación es una "inmoralidad" y una "villanía".

YouTube, bloqueado

En los instantes siguientes a la filtración de las grabaciones, la Autoridad en Tecnologías de la Comunicación (BTK), que ya bloqueó Twitter hace una semana, ha clausurado el acceso al servicio de vídeos Youtube, en cuya página una cuenta anónima cargó las polémicas conversaciones.

Según la agencia Reuters, las autoridades turcas han contactado con Google, propietaria de YouTube, para exigirle que retire las controvertidas grabaciones como moneda de cambio para reabrir el servicio.

Al mismo tiempo, según el periódico Radikal, el presidente de Turquía Abdullah Gül se ha reunido en Estambul con el vicesecretario de Exteriores Ferudun Sinirioglu.

Exteriores ha negado que vaya a tener lugar una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, tal y como habían especulado algunos medios de comunicación locales.

De acuerdo al Radikal, empleados de seguridad buscan en la sede donde tuvo lugar la cita crítica los instrumentos supuestamente usados para registrar las conversaciones que han salido a la luz. Más allá, se ha anunciado que la Fiscalía iba a investigar el incidente, aunque no se ha entrado en detalles.

La filtración pone contra las cuerdas al primer ministro a sólo tres días de unas elecciones municipales cruciales. Erdogan las había convertido en un plebiscito para medir el apoyo popular a su respuesta en las protestas antigubernamentales del verano pasado.

Según varias encuestas periódicas publicadas por la Fundación Plan Marshall Alemán de los EEUU, la mayoría de los turcos se opone a una intervención militar turca en siria. De lo que se desprende, por ende, que entre aquellos opuestos se encuentran también numerosos votantes del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan, que gobierna Turquía actualmente con algo más del 49% de votos.

jueves, 20 de marzo de 2014

John Kerry no tiene una política, sólo tácticas

Fuente: Voltairenet
 
En el mundo globalizado, cada conflicto está vinculado a los demás. Lo que hoy sucede en Ucrania se refleja, por lo tanto, en otras regiones. Para Thierry Meyssan, las bravatas de Washington no tienen como objetivo hacerle la guerra a Moscú sino empujar a los europeos a meterse en dificultades, en beneficio de Estados Unidos. Al mismo tiempo, el abandono del proceso de Ginebra puede ser una manera de dejar de lado los intereses de Arabia Saudita y concentrarse en el arreglo de la cuestión palestina.
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El secretario de Estado John Kerry –aquí durante su escala en Italia– no tiene una política predefinida. Toma la iniciativa sobre todos los temas pero no para lograr victorias decisivas sino tratando de buscar la manera de posicionar sus peones. Después de respaldar el golpe de Estado de la CIA en Ucrania, su actual preocupación no es el futuro de Crimea sino cómo sacar partido en el plano económico global de su derrota política local.
Tres acontecimientos han venido a modificar repentinamente la escena internacional: la crisis entre los occidentales y Rusia sobre la cuestión ucraniana, la guerra secreta que los Estados del Golfo están librando entre sí y, para terminar, la adopción por el Consejo del Pueblo de Siria [parlamento] de una ley electoral que de hecho excluye la candidatura de ciudadanos que hayan huido del país durante la guerra.
 
Estados Unidos tenía previsto como cuarto acontecimiento una «revolución de color» orquestada en Venezuela, pero la oposición no logró el apoyo de las capas populares de la población. Así que tendrá que guardar esa carta para tratar de utilizarla más adelante.

Washington quiere convertir su derrota en Ucrania en una victoria para su economía

La crisis ucraniana fue orquestada y desencadenada por los occidentales en forma de golpe de Estado con un telón de fondo de violencia callejera televisada. Rusia respondió muy hábilmente, siguiendo la estrategia de Sun Tzu, tomando Crimea sin disparar un tiro y dejando a sus adversarios con los problemas económicos y políticos de Ucrania. A pesar de las bravatas de Bruselas y Washington, los occidentales no se arriesgarán a una nueva jugada así que no adoptarán contra Moscú ninguna sanción económica significativa: la Unión Europea exporta un 7% de su producción (123 000 millones de euros en maquinas herramientas, automóviles, productos químicos, etc.) hacia Rusia, de donde importa un 12% de sus bienes (215 000 millones de euros, principalmente en hidrocarburos). El Reino Unido, Alemania, Italia, los Países Bajos, Polonia y Francia se verían particularmente afectados. Hoy en día la City se financia ampliamente con haberes rusos que están evaporándose, como demuestra una nota interna de Downing Street fotografiada al vuelo por la prensa británica. Transnacionales como BP, Shell, Eni, Volkswagen, Continental, Siemens, Deutsche Telecom, Reiffsen, Unicrédit –y ciertamente muchas más– simplemente se hundirían. Para Estados Unidos la situación es mejor, aunque varias transnacionales, como Exxon –la segunda empresa más importante de ese país–, tienen haberes considerables en Rusia.

En todo caso, Washington está desplegando un discurso muy vigoroso, que lo obligará a implementar algún tipo de reacción. Parece como si el golpe de Estado de Kiev hubiese sido preparado por los radicales del régimen estadounidense –Victoria Nuland, John McCain, etc.–, creando así una situación inicialmente incómoda para el presidente Obama pero ofreciéndole al mismo tiempo una oportunidad inesperada de resolver la crisis económica de Estados Unidos, en detrimento de sus aliados europeos.

Explicación: si los problemas ya existentes en Ucrania se extienden a la Unión Europea llegando a afectarla económica y políticamente, los capitales actualmente basados en el Viejo Continente acabarán huyendo hacia Wall Street. Se concretaría así la aplicación de la doctrina Wolfowitz de 1992 (impedir que la Unión Europea se convierta en un posible competidor para Estados Unidos) y la de la teoría enunciada en 2009 por Christina Romer (salvar la economía estadounidense absorbiendo los capitales europeos, como al final de la crisis de 1929). Es de esperar entonces que se produzca una congelación, al menos aparente, de las relaciones diplomáticas entre Washington y Moscú y una fuerte recesión en Europa en 2014.

En tales condiciones, es difícil imaginar cómo podría implementarse el acuerdo de paz para el Medio Oriente en general, cuando las diferentes piezas parecían estar encontrando su lugar. De entrada, el proyecto de Ginebra 3 para Siria está interrumpido sine die. El proyecto de «paz» entre israelíes y palestinos, que ya había comenzado con el regreso de Mohamed Dahlan a la escena, acaba de ser torpedeado por la Liga Árabe, que se opone –al menos momentáneamente– al reconocimiento de Israel como «Estado judío».

Los Estados del Golfo se disputan entre sí por causa de la Hermandad Musulmana

Otro elemento nuevo es la guerra secreta que se ha desatado entre los Estados del Golfo. Qatar respaldó un intento golpista de la Hermandad Musulmana en los Emiratos Árabes Unidos. Los Emiratos, Arabia Saudita y Bahréin acaban de suspender sus relaciones diplomáticas con Qatar y los sauditas organizaron y concretaron un atentado en Doha. Qatar no parece dispuesto a abandonar a la Hermandad Musulmana, cofradía que Washington esperaba llevar a la victoria mediante la organización de las «primaveras árabes» pero a la que ahora ha decidido desechar.

La política de los Estados del Golfo se ha convertido en un increíble desbarajuste en la medida en que sus reyezuelos constantemente mezclan los intereses de Estado con sus propias ambiciones personales y afinidades mundanas. Atrás han quedado las injurias y anatemas entre el Servidor de las Dos Sagradas Mezquitas y el Guía de la Revolución iraní, quienes ahora negocian una reconciliación. La riña del momento se desarrolla alrededor de la Hermandad Musulmana, considerada no como una corriente ideológica sino como una simple carta en el juego.

Siria ya no desea negociar la paz con los sauditas

El tercer elemento nuevo es la deliberación, transmitida (en vivo y en directo) por la televisión siria, del Consejo del Pueblo (parlamento) sobre la próxima ley electoral siria. Los diputados acabaron adoptando una clausula que estipula que los candidatos a la elección presidencial tienen que haber vivido durante los 10 últimos años en el país, disposición que excluye a toda persona que haya huido de Siria durante la guerra.

El enviado especial de la Liga Árabe y de la ONU, Lakhdar Brahimi, declaró de inmediato que esa opción puede poner fin al proceso negociador para la solución del conflicto. Francia presentó en el Consejo de Seguridad un proyecto de declaración tendiente a reactivar el proceso de Ginebra. Aunque ese documento no menciona la nueva ley electoral siria, es el último intento occidental de seguir considerando la guerra en Siria como una «revolución» y ver la paz como un acuerdo entre Damasco y una oposición ficticia totalmente controlada por Arabia Saudita. La ex vocera del Consejo Nacional Sirio Basma Kodmani, educada en una embajada saudita, aseguraba que «el régimen de Damasco» no lograría organizar la elección presidencial y proponía considerar ese fracaso en plena guerra como prueba de que es una dictadura. Eso abriría la puerta a un regreso de la OTAN al escenario para acabar con Bachar al-Assad, según el plan trazado desde 2003 y a pesar de todas las oportunidades perdidas de utilizar como pretextos las «masacres» de 2011 y el «ataque químico» de 2013. El hecho es que, después de haberse reconciliado con Riad organizando Ginebra 2 conforme a los deseos del reino de los Saud, Washington abandona nuevamente a los colaboradores sirios de los sauditas.

Si no hay un Ginebra 3, las opciones que quedarían a Occidente serían atacar Siria –lo cual resulta tan imposible como tomar Crimea, como ya se vio en el verano de 2013–, dejar que la situación siga agravándose durante toda una década o fingir que la «revolución» ha caído en manos de los yihadistas y admitir que la guerra en Siria se ha convertido en un problema de antiterrorismo de interés global.

Hombre de negocios antes que diplomático, John Kerry no tiene una política preestablecida sino una táctica. Como de costumbre, Washington no escogerá una solución por encima de otra sino que hará todo lo posible por favorecer el desenlace que más convenga a sus propios intereses, pero trabajando a la vez sobre las demás opciones… por si acaso.

Al no poder negociar con Rusia, lo hará con el otro aliado militar de Siria: Irán. El Departamento de Estado ha venido conversando con la República Islámica desde hace un año. Al principio lo hizo secretamente en Omán y luego oficialmente con el nuevo presidente Rohani. Pero hay problemas con los khomeinystas, quienes estiman que con los imperialistas no se negocia sino que se les combate hasta la muerte. Las contradicciones internas iraníes, se han traducido para Washington en una serie de progresos y retrocesos que no le han permitido avanzar tan rápidamente como tenía previsto.

Si bien el arreglo de la cuestión siria no es urgente para Estados Unidos, sí le resulta en cambio vital garantizar la perpetuación de la colonia judía en Palestina. Y en ese frente, Irán acaba de recordarle al Departamento de Estado la influencia que es capaz de ejercer. Siguiendo sus órdenes, la Yihad Islámica bombardeó repentinamente la frontera israelí. Teherán, excluido a última hora de Ginebra 2, se invita así a una mesa mucho más importante: la negociación regional.

En medio de este panorama, el Senado de Estados Unidos organiza en una decena de días una audiencia sobre «Siria después de Ginebra». La formulación parece sugerir que se ha renunciado a la continuación de esa «conferencia de paz». Contrariamente a lo acostumbrado cuando abordan los temas del Medio Oriente, los senadores no oirán a los expertos de los tanques pensantes israelíes de Washington sino a la responsable de ese tema en el Departamento de Estado, a su mejor estratega en materia de guerrilla y a uno de los dos principales expertos en el tema iraní.

En definitiva, la «paz» regional, si finalmente apareciera, sólo podría concretarse como se la imagina John Kerry: sacrificando al pueblo palestino y no a la colonia judía. Hassan Nasrallah ya lanzó una advertencia contra esa injusticia. Pero, ¿quién va a oponerse cuando ya los principales líderes palestinos han traicionado al pueblo que representan?

viernes, 7 de marzo de 2014

Vergüenza de periodistas

Propaganda antisiria y defensa de la mujer

Fuente: Voltairenet
 
Según el diario francés Le Monde, las violaciones se han convertido en arma de «la guerra secreta de Bachar al-Assad» contra la oposición armada. Al menos eso afirma en un largo artículo la periodista Annick Cojean (ver imagen) [1].
 
Según esa periodista francesa, la oposición inicialmente pacífica se volvió violenta como reacción ante las violaciones masivas de mujeres perpetradas por el ejército del régimen. El artículo menciona el testimonio de una siria refugiada en Jordania que declaró haber sido encarcelada y violada: «Todos los días nos violaban al grito de “¡Nosotros, los alauitas os aplastaremos!”»
 
El testimonio busca reactivar la tesis clásica de la propaganda occidental sobre la existencia de una dictadura alauita en Siria, cuando la administración Assad es en realidad baasista. Los alauitas son una pequeña minoría religiosa, vinculada al chiismo, y consideran que la religión no es una cuestión de ritos sino un asunto puramente personal.
 
El presidente Assad es alauita pero la gran mayoría de los miembros de su administración y de los oficiales del ejército no lo son. Así que nada justifica el calificativo de «alauita» en el caso del régimen sirio, a no ser que la autora adopte la interpretación wahabita del islam.
 
El presidente sirio Bachar al-Assad es al mismo tiempo presidente del partido Baas, formación política de carácter laico, socialista y panárabe, cuya ideología se inspira directamente del legado de la Revolución francesa y de la Revolución rusa.
 
En Siria, el simple hecho de pronunciar la frase citada por la señora Cojean –«¡Nosotros, los alauitas os aplastaremos!»– bastaría para provocar la destitución del militar o funcionario que la dijese.
 
Al inicio de la operación de la OTAN contra el Estado sirio, numerosos diarios occidentales afirmaron al unísono que el Ejército Árabe Sirio obligaba a sus prisioneros a abjurar de su religión y a adorar retratos del presidente Assad, acusaciones que rápidamente se disolvieron por lo absurdo que resultaban.
 
La acusación que ahora trata de reactivar, desde la capital jordana, la periodista francesa Annick Cojean resulta particularmente grotesca para cualquier conocedor de Siria por ser de público conocimiento que el actual Estado sirio y el partido Baas siempre han estado a la cabeza de la promoción de los derechos de la mujer en el mundo árabe, oponiéndose en ese combate no sólo a la Hermandad Musulmana (que controla la Coalición Nacional de la oposición siria en el exterior) sino también a muchas otras organizaciones sunnitas.
 
La periodista francesa Annick Cojean, miembro de la Fundación franco-estadounidense [2], es bien conocida por sus repetidos intentos de manipular los derechos de la mujer para justificar la propaganda antisiria de Estados Unidos.
 
Después del linchamiento de Muammar el-Kadhafi, la señora Cojean publicó un libro donde acusaba al líder libio de dedicarse a secuestrar niños para violarlos [3]. Y como a nadie –ni siquiera en plena guerra de la OTAN contra Libia– se le había ocurrido lanzar ese tipo de acusación contra Kadhafi, la periodista francesa afirmaba que todo el mundo lo sabía desde hace tiempo pero que nadie se atrevía a decirlo por temor a posibles represalias. En otras palabras, Kadhafi era un dictador porque violaba niños y la opinión pública lo ignoraba porque era un dictador que podía reprimir a los testigos.
 
Annick Cojean preside el jurado del premio periodístico francés que lleva el nombre de Albert Londres.

jueves, 23 de enero de 2014

Las acusaciones de Carter-Ruck contra Siria


 
 
La firma londinense de abogados Carter-Ruck ha publicado un informe donde acusa al «régimen sirio actual» (sic) de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad. El informe se dio a conocer el 20 de enero de 2014, o sea precisamente 2 días antes de la apertura de la conferencia de paz Ginebra 2.
 
La firma de abogados contrató 3 ex fiscales internacionales –el Muy Honorable Sir Desmond Lorenz de Sila, el profesor Sir Geoffrey Nice y el profesor David M. Crane– para que examinaran el testimonio de «Cesar» y las pruebas presentadas por este personaje.
 
Sir Desmond Lorenz de Silva es el autor, a pedido del primer ministro británico, de un informe sobre la muerte de un abogado irlandés, informe que la familia de la víctima calificó simple y llanamente de «vergüenza». Dicho informe reconocía la responsabilidad de las autoridades –responsabilidad que ya era innegable sin el informe– pero escamoteaba las pruebas contra los dirigentes implicados.
 
Sir Geoffrey Nice realizó la hazaña de investigar y acusar durante 2 años al ex dirigente serbio Slobodan Milosevic sin aportar nunca la menor prueba sobre los supuestos crímenes contra la humanidad que le imputaba. El juicio contra Milosevic fue suspendido después de la muerte del acusado, cuando este se hallaba bajo custodia de la justicia internacional.
 
David M. Crane es un ex responsable de la CIA y de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa estadounidense (DIA, según sus siglas en inglés) y desde el inicio de la guerra contra Siria dirige un programa tendiente a acusar al presidente sirio Bachar al-Assad ante una corte especial internacional.
 
«Cesar» dice ser un oficial de la policía militar siria a cargo de la realización de fotos de escenas de crímenes. «Cesar» afirma haber fotografiado las víctimas del «régimen» en las morgues de diferentes hospitales militares, desde el inicio del conflicto sirio, antes de desertar –según dice– a finales de 2013. Según los abogados de Carter-Ruck, «Cesar» entregó a la firma 55 000 fotografías de 11 000 cadáveres, fotos que dice haber realizado personalmente.
 
Basándose en esas imágenes y sin poder verificar ni el origen de las fotos, ni la identidad de los cuerpos que aparecen en ellas, la firma londinense de abogados llega a la conclusión de que el «régimen» torturó y privó sistemáticamente de alimentación a las «personas encarceladas».
 
La firma Carter-Ruck acuñó cada página de su informe público con una doble mención de «Confidencial».
 
Cesar no ha explicado por qué razón el «régimen sirio actual» se tomaría el trabajo de transportar sistemáticamente los cuerpos de sus víctimas a una morgue y de hacerlos fotografiar.
 
Las acusaciones de Carter-Ruck son como mínimo sorprendentes ya que no existe en Siria un sistema centralizado para el tratamiento de los casos legales. El Ejército Árabe Sirio ni siquiera ha podido determinar el número exacto de yihadistas que eliminados en combate. Es además materialmente imposible que un solo oficial de policía militar haya podido fotografiar 11 000 cadáveres él solo.
 
La firma londinense de abogados Carter-Ruck reconoció haber elaborado el informe por encargo de Qatar, emirato que espera evitar de esa manera verse obligado a responder por las numerosas operaciones de propaganda montadas por su canal de televisión al-Jazeera.
 
Resulta además altamente significativo el hecho que la firma Carter-Ruck sólo da a conocer 10 de las 55 000 fotos que supuestamente utilizó en la confección de su informe.
 

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Encuentro entre el Papa y Putin

Los cristianos de Siria, tema central de la visita de Putin al papa Francisco

 
Fuente: RT
 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Siria ha cambiado

Esto es lo que ocurre cuando descubres quién era realmente tu enemigo...
 
 
 
La cobertura mediática de la guerra en Siria sólo aborda las acciones militares, humanitarias o diplomáticas. Pero nunca menciona la profunda transformación que se ha producido en el país. Los medios internacionales prefieren ignorar el hecho que es imposible sobrevivir en este océano de violencia sin experimentar profundos cambios. Desde Damasco, donde vive desde hace 2 años, Thierry Meyssan describe esta evolución.
 
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Damasco, la ciudad habitada más antigua del mundo
De paso en Damasco, el enviado especial de los secretarios generales de la Liga Árabe y de la ONU, Lakhdar Brahimi, presentó “su” proyecto de conferencia de paz, Ginebra 2. Una conferencia que tendría como objetivo poner fin a la «guerra civil». Esta terminología retoma el análisis de un bando en contra del otro bando, es el análisis de quienes afirman que este conflicto es la continuación lógica de la «primavera árabe» en contra de los que señalan que se trata de un conflicto fabricado, alimentado y manipulado desde el exterior.
 

La guerra, según la oposición armada

Para los occidentales y para la mayoría de la Coalición Nacional, Siria está viviendo una revolución. Su pueblo se ha sublevado contra una dictadura y aspira a vivir en una democracia similar a Estados Unidos. Pero esta visión se enfrenta al desmentido que le oponen el Consejo de Cooperación del Golfo, el Consejo Nacional Sirio y el Ejército Sirio Libre. Para estos últimos, el problema no es una ausencia de libertad sino la personalidad de Bachar al-Assad. Esas fuerzas se conformarían con mantener las actuales instituciones si el actual presidente de Siria aceptara ceder su lugar a uno de sus vicepresidentes. Pero esta otra visión se ve desmentida a su vez por los combatientes que se mueven en el terreno, quienes estiman que el problema no es la personalidad del presidente sino la tolerancia que este último representa. El objetivo de estos combatientes es la instauración de un régimen de tipo wahabita, donde las minorías religiosas tendrían que someterse o ser destruidas y la Constitución sería reemplazada por la charia.
 

La libertad de expresión

Al principio, cuando alguien caía bajo las balas de francotiradores, nos decían que eran francotiradores del régimen que querían imponer el terror. Cuando estallaban coches-bomba, nos decían que eran atentados montados por los servicios secretos del régimen. Cuando se produjo un gigantesco atentado que costó la vida a varios miembros del Consejo de Seguridad de Siria, también se acusó a Bachar al-Assad de haber eliminado así a sus rivales. Hoy por hoy, las dudas han desaparecido: aquellos crímenes fueron obra de los yihadistas, que aún hoy siguen cometiendo nuevas fechorías.
 
Al inicio, había una ley de urgencia. Las manifestaciones estaban prohibidas desde 1963. La entrada de periodistas extranjeros estaba muy restringida y sus movimientos eran objeto de una estrecha vigilancia. Hoy en día, se ha levantado la ley de urgencia y las manifestaciones siguen siendo poco numerosas pero es por temor a los atentados terroristas. Hay numerosos periodistas extranjeros en Damasco, donde ahora se mueven libremente y sin ser vigilados, pero la mayoría siguen contando que el país vive bajo una horrible dictadura. Pese a ello, se les permite que hagan lo que quieran con la esperanza de que se cansen de mentir cuando sus países dejen de predicar el «cambio de régimen».
 
Al principio, los sirios no miraban los canales de televisión nacionales. Consideraban que estos sólo transmitían propaganda, así que preferían informarse con Al-Jazeera. Así seguían en vivo las hazañas de los «revolucionarios» y los crímenes de la «dictadura». Pero poco a poco los sirios han tenido que enfrentarse directamente a los acontecimientos. Han visto con sus propios ojos las atrocidades de los seudorevolucionarios y, a menudo, han tenido que agradecer su propia salvación al ejército nacional. Hoy en día, los sirios miran mucho más las televisiones nacionales, que se han hecho más numerosas, y también están prestando cada vez más atención a un canal de televisión líbano-iraquí –Al-Mayadeen. Este último medio, con puntos vistas caracterizados por un nacionalismo abierto, incluso ha sabido captar gran parte de la teleaudiencia que anteriormente seguía las transmisiones de Al-Jazeera en todo el mundo árabe.
 

La libertad de conciencia

Al principio, la oposición armada decía ser pluriconfesional. La respaldaban personas provenientes de minorías religiosas. Pero empezaron a aparecer los tribunales islámicos que condenaban a muerte y degollaban a los «malos» sunnitas que «traicionaban» a su comunidad, mientras que los alauitas y los chiitas comenzaron a ser torturados en público y los cristianos eran expulsados de sus casas. Hoy en día, cada cual ha comprendido que a los ojos de los «puros» –los takfiristas– todos los demás son herejes.
 
Algunos intelectuales afirman que Siria ha sido destruida y que hay que redefinirla. Pero es precisamente ahora cuando la gente ha aprendido realmente lo que es Siria y está a menudo dispuesta a morir por ella. Hace 10 años, cada familia se esforzaba por evitarle el servicio militar al adolescente varón de la casa. Sólo los pobres se enrolaban en el ejército, porque lo veían como un medio de subsistencia. Hoy en día, muchos jóvenes sirios se enrolan en el ejército y sus mayores se incorporan a las milicias populares. Todos defienden la Siria eterna, en la que conviven las diferentes confesiones, y juntos veneran a su Dios, cuando lo tienen. [1]
 
Los sirios han evolucionado con el desarrollo del conflicto. Al principio, la mayoría de ellos observaba los acontecimientos manteniéndose al margen y a menudo decían no sentirse identificados con ninguna de las partes. Después de 2 años y medio de terribles sufrimientos, cada uno de los que han decidido quedarse en su país ha tenido que definirse. La guerra ya no es otra cosa que una intentona de las potencias coloniales, empeñadas en soplar la brasa del oscurantismo con la esperanza de quemar con ella la civilización.
 

La libertad política

Por conocer Siria desde hace una decena de años y por vivir en Damasco desde hace 2 años, hoy puedo ver cuánto ha cambiado este país. Hace 10 años, los sirios contaban en voz baja los problemas que habían tenido con los mujabarats, que se metían en todo. En este país, con el Golán bajo la ocupación israelí, los servicios secretos habían acumulado un poder realmente extravagante. A pesar de ello no fueron capaces de prever ni descubrir los preparativos que ya estaban en marcha con vista a iniciar el actual conflicto, ni los túneles, ni tampoco los envíos de armas. Hoy en día, muchos oficiales corruptos han huido al extranjero, los mujabarats han vuelto a concentrarse en su misión de defensa de la patria y los únicos que se quejan de ello son los yihadistas.
 
Hace 10 años, el partido Baas era constitucionalmente el líder de la nación, era la única formación política autorizada a presentar candidatos en las elecciones, pero había dejado de ser un partido de masas. Y las instituciones se alejaban cada vez más de la ciudadanía. Hoy en día, hay tantos partidos que cuesta trabajo seguir su nacimiento y desarrollo. Y todos ellos pueden presentarse a las elecciones y ganar. La única oposición que, con tal de no perder, prefirió boicotear las elecciones fue la oposición «democrática» que tiene sus sedes en París y Estambul.
 
Hace 10 años, en los cafés no se hablaba de política, algo que sólo se hacía en casa y con personas de confianza. Hoy en día todo el mundo habla de política, en todas partes… en las zonas controladas por el gobierno, pero nunca en las zonas bajo control de la oposición armada.
 
¿Dónde está la dictadura? ¿Dónde está la democracia?
 

Reacciones de clase

La guerra es también un conflicto de clase. Los ricos, los que tienen dinero en el extranjero, se fueron cuando Damasco fue atacada. Amaban su país, pero preferían proteger sus vidas y sus bienes.
 
Los burgueses estaban aterrorizados. Pagaban el impuesto «revolucionario» cuando lo exigían los rebeldes. Y decían que apoyaban al Estado, cuando les preguntaba el ejército. Inquietos, estaban a la espera de la partida del presidente Assad, cosa que Al-Jazeera anunciaba como algo inminente. No salieron de su angustia hasta que Estados Unidos renunció a bombardear Siria. Ahora sólo piensan en redimirse financiando las asociaciones de ayuda a las familias de los mártires.
 
Los de abajo –los del pueblo– sí sabían, desde el inicio, lo que estaba en juego. Unos veían en la guerra un medio de vengarse por su condición económica. Otros querían defender la libertad de conciencia y la gratuidad de los servicios públicos.
 
Estados Unidos e Israel; Francia y Gran Bretaña; Turquía, Qatar y Arabia Saudita, países todos que desencadenaron esta guerra secreta, que la libraron y la perdieron, no habían previsto este resultado: en esta lucha por sobrevivir, Siria ha liberado sus energías y ha recobrado su libertad.
 
Si la conferencia Ginebra 2 llega a concretarse, las grandes potencias no tendrán nada que decidir en ella. El próximo gobierno sirio no será producto de un arreglo diplomático. Lo único que podrá hacer la conferencia será proponer una solución que sólo podrá aplicarse después de ser ratificada en un referéndum popular.
 
Esta guerra ha costado a Siria un altísimo precio, se ha vertido la sangre de sus hijos, la mitad de sus ciudades y de su infraestructura ha sido destruida en el intento de satisfacer la codicia y los sueños de las potencias occidentales y de las monarquías del Golfo. Si algo positivo debería surgir de Ginebra 2, es el financiamiento de la reconstrucción por los mismos que tanto han hecho sufrir este país.



viernes, 1 de noviembre de 2013

Siria, atacada por la chusma

Me deja estupefacto que esto se publique en el ABC. No tiene desperdicio.
 
Fuente: ABC
 
JUAN MANUEL DE PRADA
La intervención en Siria es un subterfugio para desestabilizar aún más la zona y justificar una ofensiva contra Irán
 
EMPECEMOS por aclarar que en Siria no hay ninguna guerra civil. Los llamados «rebeldes sirios» no reclaman reformas ni acaudillan ninguna «revolución popular». Los llamados «rebeldes sirios» no son sino mercenarios y terroristas reclutados en los parajes más variopintos del atlas, financiados desde Qatar o Arabia Saudita y con frecuencia adiestrados por los propios Estados Unidos, que les llevan prestando apoyo logístico –al igual que Israel– desde que comenzara el conflicto. Enfrente de ellos se halla un régimen de corte dictatorial que, al igual que ocurría con Sadam Husein en Irak o con Gadafi en Libia, se distingue por ejercer la tolerancia con las comunidades cristianas y por defender los barrios en los que se asientan de los sanguinarios ataques de los «rebeldes», que no pierden ocasión de cometer las atrocidades más espeluznantes contra los cristianos. Si esta chusma no hubiese recibido incesantes refuerzos, financiación y suministros de armas desde el exterior, la guerra en Siria habría sido atajada hace tiempo.
 
Como los Estados Unidos no pueden proclamar sin ambages que apoyan el terrorismo en Siria justifican ahora su ataque alegando que el régimen de Assad ha utilizado armas químicas. ¿Quién puede tragarse semejante superchería? El ataque con armas químicas ocurrió en Guta, el suburbio oriental de Damasco, donde Assad mantiene reñida disputa contra los terroristas financiados desde el exterior. Resulta muy difícilmente concebible que se empleen armas químicas allá donde se mantienen concentradas tropas; y resulta directamente rocambolesco que, además, se empleen mientras los inspectores de armas de la ONU se hallan en el país. Las armas químicas, evidentemente, han sido empleadas por la chusma a la que apoya Estados Unidos. Y el intento de justificar tan burdamente la intervención se incorpora así al repertorio de engañifas fabricadas por los Estados Unidos en su afán imperialista, iniciado con la voladura del Maine.
 
La intervención en Siria fue diseñada hace mucho tiempo, a modo de prólogo al ataque a Irán, que es la pieza que en última instancia se pretende abatir. Las razones que se alegaban para justificarla eran, sin embargo, tan inconsistentes y la calaña de la chusma que combate a Assad tan repugnante que tal intervención se había tenido que aplazar. Pero el peligro de colapso inminente del dólar ha exigido urdir ahora esta engañifa tan burda. Por aceptar euros a cambio de petróleo fue derrocado Sadam Husein; por pretender crear una divisa africana fundada en el patrón oro –el dinar– fue liquidado Gadafi; por pretender desligar las ventas de su petróleo del dólar, Irán se ha convertido en la bicha de los americanos. El problema de fondo es que el dólar, la moneda de reserva mundial desde Bretton-Woods, está cada vez más desprestigiada; con una deuda pública mayor que todos los países de la Unión Europea juntos, cada dólar que imprime Estados Unidos es, a estas alturas, papel mojado. El colapso del dólar sólo se podrá dilatar mientras se mantenga como divisa de las transacciones internacionales de petróleo; en cuanto un grupo de países empezase a comerciar en otra divisa, Estados Unidos iría a la bancarrota. La intervención en Siria es tan sólo un subterfugio para desestabilizar aún más la zona y justificar una ofensiva contra Irán.
 
«Otra vez millares de víctimas serán sacrificadas sobre el altar de una imaginaria democracia», acaba de denunciar paladinamente el Patriarcado de Moscú. Estamos en manos de una chusma dispuesta a todo con tal de mantener su supremacía.
 
 

lunes, 14 de octubre de 2013

¿Se estaba preparando otro 11-S?

Top Nuke Commanders Terminated Following Missing Nuclear Warheads Report

 
Top nuke commanders Navy Vice Adm. Tim Giardina and Maj. Gen. Michael Carey terminated following exclusive high level military intelligence over secret nuclear warheads transfer
 

 T
wo of the top nuclear commanders within the United States have now been terminated following the exclusive high level military leak report by Alex Jones and myself regarding the secret and unsigned nuclear weapons transfer from Dyess Air Force base to South Carolina. Disturbingly, the high level suspensions from top generals within the military establishment are not the only red flags to follow the leaked report.
 
 
 
Even before it was announced that the second highest nuke commander in the United States was suspended on the same day of the secret nuke transfer just weeks later, it was Senator Lindsey Graham who went on record hours after our report in saying that a ‘nuclear attack’ could come to South Carolina in the event that we did not move militarily against Syria and Iran — pushing even harder to action against both Iran and Syria. This alone generated hundreds of thousands to view our video reports and millions to examine our reports, which had immediately gone from concerning high level military intelligence to an international topic.
 
But now, even after we had Lindsey Graham warn against a nuclear strike in the exact region we told you the nuclear warheads were being transfered without a paper trail, we have the absolute highest level military nuke commanders being removed. But what’s more, the terminations were not meant to be leaked — especially not the fact that the suspension of the #2 in command was issued on the exact day of the nuke transfer.
 
From a report in the Daily Mail over the suspension of the second highest nuke commander in the country, we read how the commander was suspended on the exact same day as the transfer:
 
“Kunze said Strategic Command did not announce the Sept. 3 suspension because Giardina remains under investigation and action on Kehler’s recommendation that Giardina be reassigned is pending. The suspension was first reported by the Omaha World-Herald.”
 
It is also revealed in the mainstream media reports that the government did not want these suspensions and firings to go on record, and that it was an anonymous government insider who provided leaked emails to the Associated Press
 
“An internal email obtained by the AP on Friday said the allegations against Carey stem from an inspector general probe of his behavior while on an unspecified ‘temporary duty assignment.’ The email said the allegations are not related to the operational readiness of the ICBM force or recent failed inspections of ICBM units.”
 
What this means is that the nuke commanders were terminated behind the scenes in a move that was not meant to hit the public eye — especially not the fact that the second in command was fired on the same day of the leaked nuclear transfer. More importantly, shedding light on the secret transfer of nuclear weapons and the numerous red flags that prove its validity is key in stopping the psychopathic control freaks in government from going through with Graham’s ‘warnings’ of a nuclear explosion that would lead to a war with Syria.
The highest level generals have now installed a new commander, Pentagon Air Force Commander Jack Weinstein, who may be willing to do the bidding of higher ups that the previous two nuke commanders would not.
 
 
 
Nonius451: para el que piense que es imposible que se "pierda" una bomba nuclear...
 
 
 
 
 

lunes, 7 de octubre de 2013

La Prensa (también la española) y la propaganda para la guerra, crimen contra la humanidad

US Journalists and War Crime Guilt

September 5, 2013
From the Archive: With few exceptions, mainstream U.S. news personalities are again selling war to the American people, this time on Syria by asserting false certainty on who launched the Aug. 21 chemical weapons strike and pretending the Syrian government – not the rebels – blocked peace talks, a media crisis that lingers from the Iraq War, as Peter Dyer wrote in 2008.

By Peter Dyer (Originally published on Oct. 15, 2008)
On Oct. 16, 1946, Julius Streicher was hanged, a historical precedent that should hold considerable interest for American journalists who have written in support of “Operation Iraqi Freedom” – the invasion and occupation of Iraq.
 
Streicher was one of a group of 10 Germans executed that day following the judgment of the first Nuremberg Trial – a 40-week trial of 22 of the most prominent Nazis. Each was tried for two or more of the four crimes defined in the Nuremberg Charter: crimes against peace (aggression), war crimes, crimes against humanity, and conspiracy.
New York Times columnist Thomas L. Friedman.
 
 
Julius Streicher, a German publisher and Nazi propagandist who was hanged at Nuremberg after being judged complicit in crimes against humanity. All who were sentenced to death were major German government officials or military leaders. Except for Streicher. Julius Streicher was a journalist.
 
Editor of the vehemently anti-Semitic newspaper Der Stürmer, Streicher was convicted of, in the words of the judgment, “incitement to murder and extermination at the time when Jews in the East were being killed under the most horrible conditions clearly constitut(ing) … a crime against humanity.”
 
Presenting the case against Streicher, British prosecutor Lieutenant Colonel M.C. Griffith-Jones said: “My Lord, it may be that this defendant is less directly involved in the physical commission of the crimes against Jews. … The submission of the Prosecution is that his crime is no less the worse … that he made these things possible – made these crimes possible which could never have happened had it not been for him and for those like him. He led the propaganda and the education of the German people in those ways.”
 
The critical role of propaganda was affirmed at Nuremberg not only by the prosecution and in the judgment but also in the testimony of the most prominent Nazi defendant, Reichsmarshall Hermann Goering: “Modern and total war develops, as I see it, along three lines: the war of weapons on land, at sea and in the air; economic war, which has become an integral part of every modern war; and, third, propaganda war, which is also an essential part of this warfare.”
 
Two months after the Nuremberg hangings, the United Nations General Assembly passed Resolution 59(I), declaring: “Freedom of information requires as an indispensable element the willingness and capacity to employ its privileges without abuse. It requires as a basic discipline the moral obligation to seek the facts without prejudice and to spread knowledge without malicious intent.”
 
The next year another General Assembly Resolution was adopted: Res. 110 which “condemns all forms of propaganda, in whatsoever country conducted, which is either designed or likely to provoke or encourage any threat to the peace, breach of the peace, or act of aggression.”
 
Although UN General Assembly Resolutions are not legally binding, Resolutions 59 and 110 carry considerable moral weight. This is because, like the United Nations itself, they are an expression of the catastrophic brutality and suffering of two world wars and the universal desire to avoid future slaughter.
 
Propaganda Crimes
Most jurisdictions have yet to recognize propaganda for war as a crime. However several journalists have recently been convicted of incitement to genocide by the International Criminal Tribunal for Rwanda. Because there is stiff resistance, especially from the United States, the effort to criminalize war propaganda faces an uphill battle.
 
However in legal terms it seems relatively straightforward: if incitement to genocide is a crime, then incitement to aggression, another Nuremberg crime, could and should be as well. After all, aggression – starting an unprovoked war – is “the supreme international crime differing only from other war crimes in that it contains within itself the accumulated evil of the whole,” in the words of the judgment at Nuremberg.
 
Criminal or not, much of the world now sees incitement to war as morally indefensible. In this light and in light of Goering’s three-part recipe for war (weapons, economic war and propaganda), it is instructive to look at the role which American journalists and war propagandists have recently played in bringing about and sustaining war.
 
The Bush administration began to sell the invasion of Iraq to the American public soon after 9/11. In order to coordinate this effort President Bush’s chief of staff, Andrew Card, established the White House Iraq Group (WHIG) in the summer of 2002 expressly for the purpose of marketing the invasion of Iraq.
Among the members of WHIG were media figures/propagandists Karen Hughes and Mary Matalin. WHIG was remarkable not only for its recklessness with the truth but for the candor with which it acknowledged it was running an advertising campaign.
 
A Sept. 7, 2002, New York Times article entitled TRACES OF TERROR: THE STRATEGY; Bush Aides Set Strategy to Sell Policy on Iraq reported: “White House officials said today that the administration was following a meticulously planned strategy to persuade the public, the Congress and the allies of the need to confront the threat from Saddam Hussein….
 
“‘From a marketing point of view,’ said Andrew H. Card Jr., the White House chief of staff who is coordinating the effort, ‘you don’t introduce new products in August.’” It was as if the “product” – the unprovoked invasion of a sovereign state – was a consumer good, like a car or a TV show. The sales pitch was the manufactured “imminent threat” of Iraqi weapons of mass destruction.
 
In other words, the business of WHIG was incitement to aggressive war primarily through the propaganda of fear. Along those lines WHIG’s most prominent member, National Security Advisor Condoleezza Rice, invoked the specter of an Iraqi-generated nuclear holocaust in a Sept. 8, 2002, CNN interview with Wolf Blitzer:
 
“We do know that there have been shipments going into Iran, for instance – into Iraq, for instance, of aluminum tubes that really are only suited to – high-quality aluminum tools that are only really suited for nuclear weapons programs, centrifuge programs. … The problem here is that there will always be some uncertainty about how quickly he can acquire nuclear weapons. But we don’t want the smoking gun to be a mushroom cloud.”
 
The smoking gun/mushroom cloud images were among the most memorable of all the White House war propaganda. They were generated just a few days earlier in a WHIG meeting by speechwriter Michael Gerson. (Gerson is now a Washington Post columnist.)
 
The existence of Iraqi weapons of mass destruction was central to the Bush administration’s campaign for war. Other important elements were Saddam Hussein’s ties with Al Qaeda and the strongly implied association of Iraq with the tragedies of 9/11. All were false. In propaganda, though, selling the product trumps truth.
 
Unquestioning Submission
The role played by American mainstream media during the run-up to the invasion of Iraq was marked by widespread unquestioning submission to the Bush administration and abandonment of the most fundamental journalistic responsibility to the public.
 
This responsibility is embodied not only in Resolution 59 but in the Society of Professional Journalists Code of Ethics as well, which states: “Journalists should test the accuracy of information from all sources and exercise care to avoid inadvertent error.”
 
The failure of influential American journalists, such as the New York Times’ Judith Miller, to test the accuracy of information played a critical role in the Bush administration’s successful effort to incite the American public to attack a country which was not threatening us.
 
Though she was far from alone in selling the case for war, Miller — through her seemingly uncritical reliance on dodgy informants — was probably responsible to a larger degree than any other American journalist for spreading the fear of nonexistent Iraqi weapons of mass destruction.
 
As such she and other influential journalists who failed in this way bear a share of moral, if not legal, responsibility for hundreds of thousands of deaths, millions of refugees and all the other carnage, devastation and human suffering of “Operation Iraqi Freedom.”
 
Some prominent American media figures, however, went considerably further than simple failure to check sources. Some actively and passionately encouraged Americans to commit and/or approve of war crimes, before and during Operation Iraqi Freedom.
 
Prominent among these was Fox News’ Bill O’Reilly who – regarding both Afghanistan and Iraq – advocated such crimes forbidden by the Geneva Convention as collective punishment of civilians (Gen. Con. IV, Art. 33); attacking civilian targets (Protocol I, Art. 51); destroying water supplies (Protocol I Art. 54 Sec. 2) and even starvation (Protocol I, Art. 54 Sec. 1).
 
Sept. 17, 2001: “The U.S. should bomb the Afghan infrastructure to rubble: the airport, the power plants, their water facilities, and the roads” in the event of a refusal to hand over Osama bin Laden to the U.S. Later, he added: “This is a very primitive country. And taking out their ability to exist day to day will not be hard.  … We should not target civilians. But if they don’t rise up against this criminal government, they starve, period.”
 
On March 26, 2003, a few days after the invasion of Iraq began, O’Reilly said: “There is a school of thought that says we should have given the citizens of Baghdad 48 hours to get out of Dodge by dropping leaflets and going with the AM radios and all that. Forty-eight hours, you’ve got to get out of there, and flatten the place.” [See Peter Hart's “O'Reilly's War: Any rationale—or none—will do” Fairness & Accuracy in Reporting, May/June 2003]
 
Collective Punishment
Another tremendously influential journalist, Pulitzer Prize winner and former executive editor of the New York Times, the late A.M. Rosenthal, also advocated attacking civilian targets and collective punishment in regard to waging war against Muslim nations in the Middle East.
 
In a Sept. 14, 2001, column, “How the U.S. Can Win the War,” Rosenthal wrote that the U.S. should give Afghanistan, Iraq, Iran, Libya, Syria and Sudan three days to consider an ultimatum demanding they turn over documents and information related to weapons of mass destruction and terrorist organizations.
During these three days, “the residents of the countries would be urged 24 hours a day by the U.S. to flee the capital and major cities, because they would be bombed to the ground beginning the fourth day.”
 
Right-wing media figure Ann Coulter, on the Sean Hannity Show on July 21, 2006, called for another war and more punishment of civilians, this time in Iran: “Well, I keep hearing people say we can’t find the nuclear material, and you can bury it in caves. How about we just, you know, carpet-bomb them so they can’t build a transistor radio? And then it doesn’t matter if they have the nuclear material.”
 
This pattern of the major U.S. news figures advocating aggressive wars even predated 9/11. Three-time Pulitzer Prize winner Thomas Friedman published a strident call for war crimes including collective punishment of Serbs and the destruction of their water supplies over the Kosovo crisis:
 
“But if NATO’s only strength is that it can bomb forever, then it has to get every ounce out of that. Let’s at least have a real air war. The idea that people are still holding rock concerts in Belgrade, or going out for Sunday merry-go-round rides, while their fellow Serbs are ‘cleansing’ Kosovo, is outrageous. It should be lights out in Belgrade: every power grid, water pipe, bridge, road and war-related factory has to be targeted.
 
“Like it or not, we are at war with the Serbian nation (the Serbs certainly think so), and the stakes have to be very clear: Every week you ravage Kosovo is another decade we will set your country back by pulverizing you. You want 1950? We can do 1950. You want 1389? We can do 1389 too.” [New York Times, April 23, 1999]
 
These casual — even joking — comments about inflicting war on relatively weak countries came from American journalists and media figures at the very top of their profession. Each was addressing an audience of millions. It is difficult to overstate their influence.
 
Over the past decade alone, the massive destruction and carnage wreaked by American pursuit of “the supreme international crime” of aggression has been enabled by negligent, reckless and/or malicious use of this influence.
 
Sadly, the words of Nuremberg Prosecutor Griffith-Jones concerning the propaganda of German journalist Julius Streicher hold considerable meaning today for some of the most prominent journalists in the country which, after World War II, provided the guiding light at Nuremberg: Streicher “made these things possible – made these crimes possible which could never have happened had it not been for him and for those like him.”
 
In 1947, the United Nations General Assembly passed Resolution 127 in which “the General Assembly … invites the Governments of States Members … to study such measures as might with advantage, be taken on the national plane to combat, within the limits of constitutional procedures, the diffusion of false or distorted reports likely to injure friendly relations between States.”
 
Unfortunately, more than six decades later, little progress has been made. War propaganda is still legal and very much alive – flourishing, in fact, as demonstrated by periodic calls for one more invasion of a country which has never threatened the U.S.: Iran.
 
As matters stand today, with the United States still the world’s preeminent military power, the American propagandists who enabled Operation Iraqi Freedom and other wars of aggression have little need to worry about their legal responsibilities under the Nuremberg principles. A strong case can be made, though, that they have blood on their hands.
 
Peter Dyer is a freelance journalist who moved with his wife from California to New Zealand in 2004. He can be reached at p.dyer@inspire.net.nz .
 
Fuente:Consortiumnews
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